Un modelo de desarrollo de base agroindustrial

En el norte de Córdoba, de la mano de la bioeconomía, está en marcha la cuarta revolución verde.

Hacía falta que alguien nos tirara una cuarta y nos saque del fango de la pandemia. Aunque sea por un rato, para ver que queda vida inteligente en la tierra. Y esta semana lo hicieron los muchachos de RAVIT (Red Agropecuaria de Vigilancia Tecnológica), que nos pusieron de nuevo en la huella con el simple expediente de un twit: “En 1990 Córdoba Norte producía en granos los requerimientos de Energía y Proteína de 1.000.000 de personas. Hoy, 30 años después, los produce para 19.000.000 de personas!”

RAVIT es un sistema de información georeferenciada que, al mando de Esteban Tronfi, monitorea lo que sucede en la agricultura del centro norte de la provincia de Córdoba, cubriendo ya medio millón de hectáreas. El twit incluía seis mapitas de la región en los que se resumían los avances de la agricultura (fundamentalmente maíz y soja) y su impacto económico. Se pasó de un valor anual de 33 millones de dólares (promedio 1988 a 1992) a una media de 760 millones de dólares en 2013/17. Creció…¡22 veces!

Pero aparte de este crecimiento en el valor de la producción, está el “efecto difusión” sobre otras actividades. Por ejemplo, el transporte. Se pasó de 6.700 a 134.000 viajes de camión. Me salgo de la vaina para decir, una vez más, que un transportista tiene la mala costumbre de comer cuatro veces por día, en general fuera de casa. De ellos viven centenares de parrillas en las que se come fenómeno. Allí está también el gomero, que cura con parches el virus del pinchazo. Calcule: 18 ruedas por camión.
Esto que pasó en Córdoba Norte subraya con gruesos trazos de evidencias el fenómeno de la Segunda Revolución de las Pampas. Un salto productivo espectacular, que baipaseó crisis económicas y políticas, se bancó la caterva de malas políticas y una exacción sistemática. Pero lo hicieron, transformando la fisonomía de la región. Un desarrollo basado en la combinación de los recursos naturales con la inteligencia y el conocimiento. Modernidad.

Pero no todo ha sido crecimiento de la producción básica. Anidan en la región empresarios con enorme vocación por invertir en agregado de valor. Hay muchos, pero para muestra, un botón: esta semana tuve la oportunidad de conversar con Mario Aguilar, quien forma parte de una empresa familiar que armó una integración deslumbrante. Empezaron transformando un campo ganadero, descubriendo su potencial agrícola, en particular para el maíz. Pero no quisieron largar las vacas. Primero, las arrinconaron. Luego las llevaron a otro campo de cría, más al este.

Al mismo tiempo, se expandieron en agricultura en campos alquilados. Y como “el maíz viaja mal” (refiriéndose al alto costo del flete a puerto) pusieron un feedlot. Y enseguida, un criadero de cerdos. Pero les quedaba todavía maíz, así que encararon una de las primeras “minidest” de Porta, para producir etanol. La idea era también aprovechar el co-producto de la fermentación del maíz, la burlanda, excelente recurso para incorporar a la dieta de engorde.

Los cerdos producen carne, pero también bosta. La bosta (también la de los novillos) va a un biodigestor. Allí se obtiene biogás. El biogás se quema en una caldera, generando el vapor necesario para destilar el mosto de maíz de la planta de etanol. Modelo 360 único en el mundo. Bioeconomía en estado puro.

Resulta que desde hacía unos meses, la falta de actualización del precio del etanol lo llevó a parar la planta. Además del costo económico de la parada, también hubo un mayor costo para el feedlot, ya que se quedaron sin burlanda. Cuando llegó el coronavirus y el país se encontró con un faltante de alcohol, los Aguilar pusieron en marcha la planta para atender la emergencia.
Así que hoy Córdoba Norte no solo produce para el mundo de los alimentos y la energía, sino también para la salud. Y los Aguilar no están solos. Son, dije, el botón de muestra.

Hace unos meses, cuando me tocó entregar las distinciones que otorga anualmente Clarín Rural a personalidades de la agroindustria, hice mención a Jesús María, epicentro de la región. Dije que si un día se pensaba en trasladar la Capital, habría que considerar que ese era el lugar. Hoy, después del twit de @RavitAgro, creo que no le erré por mucho.

Que me perdonen los del Imperio, que también tiene lo suyo y forma parte de la misma revolución. O los de San Francisco y Villa María. O los de Marcos Juárez y Monte Buey, que en estos días dio otro paso en la saga del Municipio Verde. La Córdoba que imaginaba Amadeo Sabatini, el radical que hace 80 años quería desarrollarla a partir de la agroindustria. Que es lo que propone hoy el peronista Juan Schiaretti.

La realidad, dice Jorge Castro, siempre se subleva.

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