De acuerdo a datos del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación y de la Dirección Nacional de Control Comercial Agropecuario durante el año 2021 se faenaron 936.477 cabezas en todo el territorio del país donde 15 establecimientos tienen el 80% del total, 21 factorías el 15% y los más chicos que son 45, el 5% del total de la faena.
El cordero/a es la categoría más faenada con casi el 60% y seguido de la oveja con casi el 22% de la faena total.
De todos modos, estimaciones no oficiales calculan que la faena oficial representaría solo el 50% de la real.
El editorial de la consultora JL Square Consulting, editora de este material se titula “Cambiar el chip”, y destaca lo siguiente:
Es nuestro primer número y queremos ir al fondo de la cuestión del Sector Ovino de Argentina y no porque es por un slogan, es porque vemos una oportunidad casi única en el contexto mundial y en el contexto nacional que no hay que desaprovechar.
En el tema de carnes, el mundo quiere más carne y cada vez son menos los países que tienen la posibilidad de producir, no solo desde la eficiencia y los costos, sino fundamentalmente de la sustentabilidad, palabra más utilizada a medida que pasa el tiempo. Argentina es uno de ellos y si bien observamos algunos que entienden el mensaje y están haciendo un cambio, la gran mayoría del sector sigue pensando como 20, 40 o 60 años atrás.
En el mercado local el consumo oscila entre 1,1 y 1,6 kg por habitante por año, en un mercado que está dejando libre la carne vacuna por problemas propios y ajenos y que ha aprovechado muy bien la carne aviar y la porcina. Ahora es el turno de la carne ovina, pero para ello es necesario aumentar la producción y promover el consumo, en ese orden, no al revés. Si existiera la decisión, se podría pensar en un horizonte cercano de 7 kilos per cápita en los próximos años.
Y en ovinos se hace de dos formas, aumentando la eficiencia de destete por oveja y aumentando el peso de faena de los corderos, pasando de un cordero liviano a un cordero pesado.
La fuerte sequía que afecta una parte importante del sur de nuestra Patagonia, es un problema serio y actual, pero podría ser el principio de una oportunidad si pensamos en dejar de producir “extensivamente” a producir “intensivamente” con destetes precoces, engordes con suplementación y la incorporación de genética para cruzamientos.
En el lado de la lana está apareciendo con más fuerza las certificaciones. Por un lado, las lanas orgánicas que es un trabajo de ordenamiento de lo que se hace en el campo y el no uso de productos no naturales. Por otro la certificación de Estándar de Lana Responsable (RWS por sus siglas en inglés) que contempla el cuidado animal, el humano y el predial, que algunos productores del país lo están realizando. Vamos en camino a la sustentabilidad, como hemos mencionado y no solo se pagará más en un primer momento, sino posiblemente no se comercialice internacionalmente, si no cumple los parámetros de certificaciones.
Finalmente, dentro de las producciones ovinas no podemos dejar de mencionar a la producción lechera, quizás la más tecnificada del sector y con una especialización que no solo se queda en la obtención de la leche, sino avanza en la elaboración de quesos y otros derivados lácteos que no tienen techo en nuestro país.
Para esto que planteamos, el sector en breve tendrá nuevamente la Ley Ovina, que disponiendo de forma inteligente solo el 20% del total en busca de estos objetivos, tanto como carne, como lana, los resultados se obtendrán rápidamente.
Estamos hablando de oportunidades concretas, estamos hablando de cambiar la forma de pensar, estamos hablando de reinventar el sector y actualizarlo para las demandas de los mercados. Al igual que con un celular, lo único que debemos cambiar es el chip que teníamos desactualizado, por uno que verdaderamente nos sirva.
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