Aún resuena su voz grave, en tono reflexivo, socializando sus saberes acopiados por años de investigación febril, sin estridencias.
El médico veterinario Enrique Bérgamo fue su colega, compañero de cátedra y lo recuerda como “un docente e investigador muy comprometido con su labor, un estudioso sagaz de las enfermedades parasitarias en ovinos a lo que dedicó su vida”. Hernán Lovera fue docente de grado en la universidad y también en seminarios y capacitaciones de posgrado, dirigidos a profesionales especializados en producción ovina.
Bérgamo lo describe como un docente avocado que sobrepasa largamente la media, un gran compañero y una excelente persona. “Trabajó en enfermedades intestinales en rumiantes y fue además un eximio patólogo y colaboró en la búsqueda de soluciones a enfermedades parasitarias de otras especies, como los equinos. Entre quienes compartimos con él la labor docente y de investigación nos deja una herencia profunda y un vacío muy difícil de cubrir”, dice el compañero de cátedra.
Todo el equipo que integraba está sumido en un profundo pesar pues para ellos era un ejemplo a seguir, cuidadoso de su cuerpo, sin excesos, a la que una impiadosa enfermedad tronchó su portentoso vuelo.
En una foto de algunos años atrás, recorre nuestras sierras tras el avistaje de aves insignes de nuestra región. Tras ellas marchó Hernán, como un último homenaje a aquellas cosas a las que dedicó sus mejores esfuerzos.