Los países industrializados se preparan para contrarrestar la posición de los países en vías de desarrollo

El colapso de las negociaciones de la Organización Mundial de Comercio (OMC) tras el Programa de Trabajo de Doha ha provocado una preocupación generalizada. El Consejo General de la OMC no tomó una decisión formal sobre las negociaciones, pero de hecho, están suspendidas.

Sin embargo, el sistema del GATT/OMC ha dado sorpresas en el pasado y es más que probable que las negociaciones recomiencen pronto a todo vapor. Los países en desarrollo no deben conformarse con la suspensión, sino prepararse para una pronta reanudación.
 
RIESGOS

Subsidios internos a la agricultura

Los países en desarrollo tienen algún tiempo para reflexionar sobre las consecuencias de las diferentes cifras que surgieron de las recientes negociaciones y tuvieron cierta probabilidad de aceptación en el G-6. Pero hay graves riesgos implicados.
Analicemos en primer lugar el subsidio interno a la agricultura en Estados Unidos y la Unión Europea. Aun si la Unión Europea reduce el total de su ayuda distorsionadora del comercio a 27.000 millones de euros y Estados Unidos a 15.000 millones de dólares, ¿será esto una salvaguardia eficaz contra los posibles daños que las importaciones agrícolas subsidiadas de Estados Unidos y la Unión Europea causan a los agricultores de los países en desarrollo? ¿Y ampliará esto el acceso de los países en desarrollo a esos dos mercados?
Claramente, la respuesta es “no”, debido a dos factores: el subsidio del compartimiento verde, y la posible concentración del total de la ayuda distorsionadora del comercio en una cantidad limitada de productos.

Subsidio del compartimiento verde:
Estados Unidos y la Unión Europea cuentan con una gran vía de escape a través de los subsidios del compartimiento verde, es decir, los previstos en el Anexo 2 del Acuerdo sobre la Agricultura de la OMC. Estos subsidios no han sido sujetos a disciplinas hasta ahora, bajo la suposición de que no distorsionan el comercio.
Sin embargo, hoy en día existen pruebas suficientes de que los subsidios del compartimiento verde pueden distorsionar la producción y el comercio, dado que tienen efectos sobre la riqueza y también aumentan la tendencia de los agricultores a asumir riesgos. Estos subsidios fortalecen la capacidad de permanencia de los agricultores en su actividad y apoyan su producción agrícola inviable.
Algunas formas de subsidios del compartimiento verde son causa de gran preocupación, en particular la ayuda a los ingresos, desconectada, el seguro contra la pérdida de ingresos y la ayuda para la inversión, previstas en los párrafos 6, 7 y 11 del Anexo 2 del Acuerdo sobre la Agricultura. Mediante estas vías, se puede otorgar a los productores una cantidad ilimitada de dinero, lo que provoca una distorsión también ilimitada de la producción y por tanto del comercio.
Estas disposiciones abiertas e irrestrictas han sido utilizadas de distintas formas por Estados Unidos y la Unión Europea de año en año. Por ejemplo, Estados Unidos otorgó 4.000 millones de dólares en ayuda a los ingresos desconectada en 2001, y la Unión Europea brindó 5.700 millones de dólares en ayuda para la inversión en 2001 y 2002.
Tras disminuir el total de la ayuda distorsionadora del comercio a un nivel acordado, Estados Unidos y la Unión Europea pueden aumentar fácilmente la cantidad otorgada en virtud de esas disposiciones del compartimiento verde, anulando así el efecto de la reducción. Todo lo que deben hacer es cambiar su legislación, y esto es un proceso totalmente interno. Por lo tanto, lograr un compromiso de reducción del total de la ayuda distorsionadora del comercio sin cerrar la vía de escape del compartimiento verde puede ser inútil.
En este sentido cabe recordar la experiencia de la Ronda Uruguay, en que los principales países industrializados utilizaron las vías de escape en materia de agricultura y productos textiles. Así, cumplieron su compromiso de reducir los subsidios del compartimiento ámbar, pero aumentaron el total de sus subsidios a la agricultura. En cuanto a los productos textiles, cumplieron su obligación de liberalización en cuatro etapas sin producir ninguna liberalización real hasta el final de 2004.
Para esto se valieron de las vías de escape de los respectivos acuerdos. No hay ninguna garantía de que no volverán a hacer lo mismo. Solo la imposición de disciplinas a los criterios del compartimiento verde, encomendada por el marco de julio de 2004, puede proveer una salvaguardia eficaz. El G-20 ya ofreció ciertas propuestas que deben ser ampliadas y especificadas, como se sugirió posteriormente.

Concentración de la ayuda distorsionadora del comercio en algunos productos:
El segundo riesgo se relaciona con la concentración de la ayuda distorsionadora del comercio en una cantidad limitada de productos. El total de la ayuda distorsionadora del comercio en Estados Unidos y la Unión Europea, aun a niveles reducidos, puede resultar muy perjudicial para los países en desarrollo si se concentra en una pequeña cantidad de productos, porque puede dar a éstos una gran fuerza competitiva.
Por lo tanto, es necesario prescribir topes de productos para el total de la ayuda distorsionadora del comercio. Estados Unidos y la Unión Europea han otorgado subsidios muy altos a algunos productos en el pasado, y naturalmente se tenderá a prescribir topes basados en ese período histórico. Esto no sería apropiado, dado que el objetivo ahora es lograr una reducción real de los subsidios.
 
Aranceles industriales (NAMA)
En materia de NAMA, las cifras actuales en consideración para el coeficiente de la fórmula suiza se sitúan en 20 a 30 para los países en desarrollo y cerca de 10 para los países industrializados. Si tomamos 30, la cifra máxima, como coeficiente para los países en desarrollo, su arancel promedio de 28 caerá a 14, es decir, 50 por ciento.
Si tomamos 10 como coeficiente para los países industrializados, su arancel promedio de cuatro caerá a tres, es decir, 25 por ciento. Esto constituiría una clara inversión del principio acordado de “reciprocidad no plena” para los países en desarrollo, y sería sumamente injusto.
La Conferencia Ministerial de Hong Kong decidió utilizar la fórmula suiza para la reducción arancelaria de productos industriales y ahora se debe trabajar dentro de este marco. La elección del coeficiente en esta fórmula es esencial para determinar el alcance de la reducción arancelaria. Por lo tanto, es necesario que la elección de los coeficientes resulte en una reciprocidad no plena por parte de los países en desarrollo.
La forma más apropiada de respetar el principio de reciprocidad no plena es que los países en desarrollo abran sus mercados a los países industrializados en menor medida que éstos los abran a aquellos.
Una forma de lograrlo es que los países en desarrollo reduzcan menos sus tasas arancelarias absolutas que los países industrializados. Por ejemplo, si los países industrializados rebajan su arancel de 10 a cuatro (es decir, una reducción de seis en términos absolutos), los países en desarrollo deberían reducir el suyo de 35 a 31 (es decir, una reducción de cuatro en términos absolutos). De acuerdo con esto, podrían elaborarse los coeficientes respectivos de la fórmula suiza para los países industrializados y los países en desarrollo.
 Si los países en desarrollo fueran más complacientes, la reciprocidad no plena podría lograrse mediante una reducción porcentual diferencial de los aranceles. Por ejemplo, los países industrializados podrían reducir sus aranceles en 60 por ciento, y los países en desarrollo, en 40 por ciento. Una vez más, los coeficientes respectivos podrían elaborarse de acuerdo con esto.
En todo caso, una simple paridad numérica entre los coeficientes aplicables a los países industrializados y en desarrollo (por ejemplo, 10 para aquellos y 30 para éstos) no se ajustará al principio acordado de la reciprocidad no plena.

Los países del primer mundo siguen con sus planes estratégicos de imponer un mercado globalizado que consolide el dominio que hasta ahora han tenido.
La guerra no está ausente de esta estrategia y las materias primas y energéticas son una prioridad. La Argentina en este sentido tiene mucho que decir y defender. 
 
 
ALGUNAS SUGERENCIAS
 
Subsidios internos a la agricultura
Subsidios del “compartimiento verde”: Cualquier acuerdo de reducción del total de la ayuda distorsionadora del comercio será ineficaz si no se definen criterios específicos para el compartimiento verde.
La mejor forma de impedir que los subsidios del compartimiento verde distorsionen el comercio sería prohibirlos directamente. Si esto no fuera posible, estos pagos deberían mantenerse en un nivel mínimo, para que la distorsión comercial también fuera mínima.
Se requieren entonces algunos criterios de elegibilidad de los agricultores para los pagos y ciertos topes a éstos. Por ejemplo, como medida inicial para lograr que los subsidios del compartimiento verde no distorsionen el comercio o lo hagan en grado mínimo, se podrían establecer los siguientes criterios:
1. Los pagos sólo deberían realizarse a agricultores individuales; las entidades empresariales deberían estar totalmente excluidas.
2. Aun entre los agricultores individuales debería haber cierto criterio de elegibilidad basado en los ingresos, en reconocimiento del hecho de que los agricultores comparativamente más ricos no precisan de este apoyo. Por ejemplo, solo los agricultores con un ingreso anual total de hasta 10 por ciento del ingreso anual promedio del país deberían ser elegibles para los pagos.
3. Se debería establecer un tope para el monto del pago anual a cada agricultor individual, por ejemplo de 5.000 a 10.000 dólares.

Topes específicos por producto: Para que el total de la ayuda distorsionadora del comercio no se concentre en una pequeña cantidad de productos y provoque un alto grado de subsidios de éstos, es necesario fijar topes específicos por producto.
Dado que los subsidios sobre algunos productos han sido altos en el pasado y el objetivo actual es reducirlos, los niveles pasados de subsidios no deben tomarse como base para establecer topes. Sería más lógico fijar el tope específico por producto sobre la base de determinado porcentaje de la producción anual del producto en particular, digamos 10 por ciento de la producción.
 
Aranceles industriales (NAMA)
El objetivo principal no deberían ser los coeficientes de la fórmula suiza, sino la reducción porcentual de los aranceles. Después se deberían elaborar coeficientes adecuados para lograr esa reducción arancelaria.
Por ejemplo, supongamos que los países industrializados y en desarrollo reducen sus aranceles 60 y 40 por ciento, respectivamente. Para tal reducción en sus aranceles respectivos de cuatro y 30, cercanos a sus respectivos promedios, el coeficiente para los países industrializados resulta en 2,7 (o tres, con el redondeo), y para los países en desarrollo, en 45.
Tomando otro ejemplo, si los países industrializados y en desarrollo reducen sus aranceles en 30 y 20 por ciento respectivamente a partir de los niveles actuales de cuatro y 30, los coeficientes respectivos serán 9,3 (o 10, con el redondeo) y 120.
Estos ejemplos demuestran que los coeficientes de 10 y 20 (para los países industrializados y en desarrollo, respectivamente) considerados por el G-6 están totalmente fuera de lugar. Si el coeficiente para los países industrializados fuera 10, para los países en desarrollo debería ser 120, de modo que la reducción de éstos representara dos tercios de la reducción de aquellos.
 

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