“En la Argentina nos estamos quedando cortos de superficie para tanto potencial, y ese potencial está aquí presente, en una región que es más de un tercio del territorio nacional. Hay enormes limitaciones ambientales, pero gigantescos recursos, hoy explotados en una mínima expresión”. Así abrió Héctor Huergo el panel “Maíz y desarrollo en Patagonia”.
Luis Bertoia destacó que, aunque en el mapa de las regiones maiceras de las zonas agrícolas argentinas la Patagonia no aparece, allí hay un “potencial de rendimiento elevadísimo; por supuesto, bajo riego, pero estamos en condiciones de competir con otras regiones del país”, añadió.
Actualmente, precisó, hay allí 315.500 hectáreas bajo riego, según información reportada por productores y personal de organismos técnicos. “Siempre y cuando se realicen una serie de obras, podríamos llegar a un millón de hectáreas bajo riego sin disturbios ambientales, no necesariamente para maíz. En el resto del país, salvo que hubiera desmonte, no hay más potencial para este cultivo”, manifestó Bertoia.
Destacó como ventajas de la zona que la cantidad de energía lumínica que recibe el cultivo es mayor a la del resto del país; que tiene menor incidencia de plagas (“la chicharrita no incide en Río Colorado, por lo que estaríamos libres de este problema”, manifestó); tiene cobertura para los requerimientos hídricos y una demanda regional insatisfecha de granos.
“Productores y gobiernos tienen que trabajar en conjunto para aumentar la superficie bajo riego”, opinó. Y se desperdicia mucha agua. La interacción público-privada es fundamental para optimizar su uso”.
Entre las desventajas, Bertoia citó la variabilidad de los caudales disponibles, que son impredecibles porque dependen de las nevadas; los altos costos de producción y los problemas de flete. Todo lo cual permite presumir la necesidad de una inversión elevada.
A su turno, Lucio Reinoso, secretario de Agricultura de Río Negro, aseveró que se puede definir a esa provincia como “productiva”. Coincidió con Bertoia en que es preciso mejorar la eficiencia del uso de agua y tener más superficie bajo riego. Asimismo, destacó el panorama fitosanitario positivo: “Río Negro es una zona libre de mosca de los frutos y de aftosa sin vacunación”.
El funcionario aseguró que, cuando se consulta a los productores qué necesitan para su actividad, enumeran: acceso a mercados y productos, tecnología, equipos de riego, riego por goteo y entorno económico operativo y sostenible en el tiempo. Por su parte, Río Negro ofrece incentivos: no se cobran impuestos a los Ingresos Brutos a la actividad agropecuaria, Sellos, ni el agua.
Además, remarcó el carácter “majestuoso” del río . Indicó, por otro lado, que se invirtió en estaciones de transformación porque el río “genera mucha energía eléctrica, pero va a Buenos Aires”.
Respecto del apoyo crediticio, afirmó que la provincia suscribió convenios con el Consejo Federal de Inversiones (CFI), que ofrece “financiamiento verde” a pymes por diversos proyectos, como la incorporación de tecnología de riesgo. Además, informó que hay préstamos para reactivación productiva y para emprendimientos liderados por mujeres.
Para ilustrar el impacto en la producción que tendría una optimización de los recursos hídricos, Martín Pasman, presidente de Valmont Argentina, Si incluimos riego en 1 millón de hectáreas, podríamos producir alimentos para 40 millones de personas”. “¿Qué nos da el riego? Aumento de producción, seguridad de cosecha, cultivos de alto valor”, añadió. Y afirmó que se trata de “alargar la frontera agrícola transformando la tierra”. Para graficarlo, dijo que “pasaríamos de una vaca cada 20 hectáreas, a una producción mucho mayor de maíz u otros cultivos. La inversión se multiplicaría por dos. Ese es el poder de transformación de los campos”.
Rafael Aliaga, presidente de Agropecuaria El Carbón, de Carmen de Patagones, se presentó como “productor de la Pampa Húmeda que se fue a la Patagonia y arriesgó”. Formó la empresa junto con un socio corredor de cereales y otros productores. “Estamos sobre el río Negro, en Carmen de Patagones. Compramos en 2009 y empezamos el proyecto en 2011. Con Aapresid exploramos tecnologías y nuestros records de maíz y trigo fueron muy estimulantes”, narró. Contó que llevaron 20 kilómetros de tubería y 30 kilómetros de líneas eléctricas. “Y en 2022 nos negaron un crédito para desarrollo porque teníamos stock de soja”, contó, indignado.
Respecto de los condicionantes, mencionó “la presión tributaria a la inversión y a la producción; la ausencia de crédito a largo plazo y racional; la falta de maquinaria, y de una planta de acondicionamiento, que no hay en toda la zona”.
“La energía eléctrica es uno de los grandes costos”, lamentó. “Nosotros tenemos demanda variable y estacional, y estamos obligados a hacer una reserva de potencia”, completó.