La encrucijada ganadera analizada por dos expertos

En el marco de una charla organizada por la Sociedad Rural de Bell Ville y el Instituto de Desarrollo Económico tuvo lugar una disertación de dos expertos en producción y mercados ganaderos.

""El evento se desarrolló en la ciudad de Bell Ville, cabecera del Departamento Unión, y un importante enclave de empresas metalmecánicas. Asimismo en unos 30 kilómetros a la redonda de esta ciudad del sudeste cordobés, hay unos doscientos productores ganaderos.
En la jornada, a la que asistieron más de cien productores y técnicos, fueron invitados dos expertos en ganadería.
Oscar Melo es un referente en producción de carne en el centro-norte del país, y a la vez decano de la facultad de Agronomía de la Universidad católica de Córdoba, en tanto que Ignacio Iriarte es en la actualidad, el principal analista ganadero del país y director de la publicación Informe Ganadero
En el marco de una rueda con  periodistas, Iriarte indicó: “Si nadie hubiera interferido es el mejor momento de la ganadería en los últimos 50 años. En menos de dos años se convirtió en el tercer exportador de carne, cuando estaba ubicado en el octavo lugar. Un consumo interno creciente, precios en alza, inversiones como hace tiempo no veíamos”. De todos puntualizó que “al mismo tiempo creemos que el gobierno se ve desafiado por el sector ganadero y esto se ha transformado una pulseada entre éste sector y el presidente”
Iriarte al igual que en su disertación, armó escenarios probables y reales: “Si Argentina hoy exportara, lo haría con un millón de toneladas, es decir un 50-60% más alto que un año atrás y en exportaciones totales eso significaría unos 1.600 millones de dólares”. Añadió que “hay una explosión de exportaciones desde el Mercosur, y aparentemente nuestro papel es proveer de carne al consumo interno”.

Una demanda que se “come” todo lo que le tiran
En la actualidad, la demanda interna está muy firme. Es que el consumo actual de Argentina convalida un aumento del precio detrás de otro porque, en Argentina comer “es comer carne”, y al calor del fortalecimiento de algunos salarios puntuales, como aquellos que estaban muy abajo, se recalienta el mercado.
En el corto plazo, deben venderse mensualmente al consumo unos 170 mil novillos y unas 70 mil vacas, que era la cantidad que en los últimos meses se llevaba la exportación. El consumo no está preparado para recibir ese volumen, en especial en los casos de novillos muy pesados o muy ordinarios, vacas conserva o manufactura, a las que hay que “inventarle” un destino industrial.
”La presión vendedora produce verdaderos estragos en el mercado. En la Argentina, todo el ganado que se oferta se vende y la variable de ajuste es el precio no el volumen”, subrayó Iriarte.
En esta época del año, comienza a salir obligadamente hacienda de los campos ante la inminente llegada del invierno, a la que se agregan los ganados que no se comercializaron en estos últimos dos meses a causa de la incertidumbre. Con un elevado número de frigoríficos cerrados o con faenas reducidas, esta oferta extraordinaria de ganado sin canal comercial viable, presiona el mercado a la baja.

La hipótesis de Iriarte
Con los resguardos lógicos de un gobierno donde hay “un solo gran decisor”, la hipótesis de Iriarte es que  se permitirá exportar sólo la cuota Hilton. Así la industria necesitaría fae"Ignacionar unos 170 mil novillos mensuales, que hoy no tienen demanda y presionan desordenadamente sobre el consumo. Si se reabre en un futuro no muy lejano la exportación de termoprocesados, la exportación se llevaría en forma adicional no menos de 15 mil a 20 mil vacas mensuales, de las categorías manufactura o conserva. Es que la situación actual, en la que se están volcando al consumo unas 250 mil cabezas por mes que hasta hace poco se exportaban, no parece sostenible en el tiempo para nadie, incluso para el gobierno.
“Si uno mira con un poco de expectativa lo que está pasando diría que el enojo presidencial con el sector se va a pasar en unos meses y cuando esto suceda vamos a exportar por lo menos unos U$S 500 millones y se necesitan no menos de 2 millones de novillos para hacer las cosas bien”, puntualizó Iriarte.

En el mercado externo los precios siguen muy firmes
“La Argentina es un país dotado para producción de carne, quizá como ningún otro en el mundo, y nos habíamos preparado durante años para esta situación. Es decir ingresar a los mercados mundiales, en el mundo cada vez se produce menos carne, con stocks en Rusia, Estados Unidos y Europa que han caído dramáticamente y en Argentina lo conservamos y lo aumentamos  (de 50 a 55 millones de cabezas)”, radiografió Iriarte.
Respecto a la demanda internacional dijo: “En estos momentos tiene una firmeza muy importante, por eso están enojados en todo el mundo. No está pensado que falte la cantidad que exporta Argentina. Chile y Rusia por ejemplo han abandonado la producción de carne porque hay un lugar en Sudamérica donde se produce mejor carne y a la tercera parte del costo. Ese proveedor un día decide que no va a enviar más carne, eso ha sido una medida destructiva. Se han quedado sin carne las churrasquerías en toda Europa, las fábricas de pastas o de ravioles, de salchichas o hamburguesas en Rusia, los supermercados en Chile. De todos modos, yo entiendo que la demanda tiene una firmeza tan grande que si esto se fuera arreglando, van a quedar muy enojados con nosotros, pero los precios están, e incluso estarán aún más altos que cuando nosotros los dejamos”.

 

LA PARADOJA: EL INDEC MIDE LO QUE NO BAJA
Los precios de los seis cortes al público –que mide el Indec– habrían caído 1,7 por ciento en abril, una cifra mucho menor a lo que esperaba el gobierno. Pero en lo que va de mayo, los precios al mostrador han comenzado subir. La paralización de la actividad exportadora está produciendo una aguda escasez de cortes parrilleros como asado, matambre y vacío, lo que implicó un alza de los precios mayoristas de esos cortes, los que hasta hace unas semanas eran subsidiados por los altos precios de exportación.

LO QUE HAY QUE HACER TRANQUERAS ADENTRO
Todos los especialistas han puesto énfasis en perfilar un plan ganadero, que se adecue a los intereses del país y los productores. “Mi análisis es un poco más histórico sobre como ha evolucionado la producción y como estamos hoy a niveles productivos y cuales son los caminos para salir adelante. No me cabe duda de que en relación al mercado interno, la cantidad de argentinos que somos, la producción de carne ha decrecido, al igual que el stock de forma gravitante y si quisiéramo"Ingenieros retomar y aumentar la producción ganadera deberíamos pensar y elegir el camino más adecuado”.
Respecto al camino a tomar dijo que hay dos opciones: acrecentar el stock, o aumentar la productividad del mismo. “Son dos estrategias totalmente distintas desde el punto de vista técnico, aumentar el stock significa inversión, mayor cantidad de campo, etc, mientras que es factible aumentar la producción a través del incremento de la productividad del stock, y para ello hay que ver cuales son los factores que afectan esto y las medidas para resolverlo”.
Para resolver el dilema, Melo propuso manejar tres variables: mejorar el porcentaje de destete, aumentar la velocidad de la invernada sin que caiga el peso de faena, e incrementar el peso medio de faena, y “quizás esta última nombrada sería la primera a mejorar y esto de ninguna manera significa que estoy de acuerdo con la fijación del precio mínimo de faena, creo que la solución está siempre en incentivar la producción de pesados y no fijarle un peso mínimo de faena al ternero”. Explicó que el “incremento de peso de faena, debe ser una variable de gran importancia porque es la más rápida de mejorar y es más fácil”.
Melo propuso agregar 10% de peso a cada animal faenado, en un rodeo que aumente el 10% de porcentaje de destete, que es una medida que apunta al largo plazo. “El incremento de porcentaje de destete debe ser acompañado de un incremento de la velocidad de la invernada, que si bien es una buena medida para incrementar el stock, no lo es tanto para aumentar rápidamente su productividad. Y por eso en virtud de que la velocidad de la invernada puede significar una caída en el peso de faena, porque se faena más liviano, es necesario generar sistemas que permitan ambas cosas”.

SIETE RESPUESTAS CLAVE EN LA ENCRUCIJADA

¿Qué opinión tiene del Plan ganadero del gobierno?
Ignacio Iriarte:
No me parece un plan. Ni siquiera hubo medidas, fue un anuncio de créditos. No hay objetivos que se fijen en el plan ni se dijo como se implementaría. Fueron ideas, no alcanzan a ser ni siquiera las bases de un plan.
Creo que cualquier plan ganadero que haya en Argentina debe contemplar dos aspectos, uno es el incremento de la productividad del stock y el aumento a las exportaciones, porque qué clase de plan ganadero puede haber para incrementar la productividad si no sabemos a quien le vamos a vender la carne. Si no hay garantías de que la carne salga al exterior esto significaría que estamos poniendo en marcha un plan, en donde los mismos ganaderos harían aumentar la oferta para que caiga el precio de sus productos. Me parece que resulta imposible  que alguien invierta y trabaje por algo que valdría cada vez menos.

¿Qué puede pasar si no se revierten algunas medidas?
Ignacio Iriarte:
Las medidas son tan inéditas, que si esto sigue uno o dos meses más, podría comenzar una mini liquidación ganadera que sería lo peor, pero es lo previsto si no aparecen soluciones. Y la respuesta racional en cualquier parte del mundo a una reducción de la demanda tan enorme es reducir la oferta en una medida similar para que se reestablezcan los precios que otorguen cierta rentabilidad al negocio.

¿Qué hubiera pasado si el gobierno no hubiera tomado las medidas que tomó? 
Ignacio Iriarte:
El techo de los valores sería un dólar por kilo vivo, y la carne al mostrador un 20% más alta que los valores actuales, y ese era el techo. Para lograr una baja del 1,5% al mostrador hicieron caer 30% el precio de la hacienda. Si sigue esta firmeza en el consumo del mercado interno en cualquier momento los precios al mostrador ya no retrocederán, sino que empezarían a subir de vuelta.

¿Quién fue el que más perdió?
Oscar Melo:
Los más perdedores fueron los criadores porque el primer producto que vende el criador es el ternero, éste baja de precio porque el invernador tiene como variable  de ajuste a la incertidumbre de lo que va a vender y que va a reponer al menor pecio posible, pero eso sería lo de menos respecto a la caída del precio  de la vaca. La conserva y la vaca manufactura han sido la que más precio ha perdido porque se han prohibido las exportaciones de enlatados. Ha perdido la parte más frágil de la ganadería y es la que menos debería perder porque es la que tiene buen futuro. El que perdió fuertemente es el criador, es el sector que más sufrió y se va a ver el impacto a largo plazo. Si un criador desiste de seguir criando, lo que hace es aumentar la oferta porque su vaquillona no va a reposición.

¿Cómo les fue a los frigoríficos?
Ignacio Iriarte:
Si se recupera la importación de enlatados y de Hilton creo que achican las pérdidas brutales, pero como van las cosas hoy van hacia la desaparición. Lo que está pasando es que hay un margen enorme (caída en el precio de la hacienda, y precios al mostrador iguales) de dinero que está en algún lado, que está en los minoristas, en los matarifes y probablemente en los frigoríficos de consumo. Pero en el fondo creo que no está ganando nadie a pesar de esto.

¿Qué están haciendo los productores?
Ignacio Iriarte:
En los últimos dos meses y desde que se suspendieron las exportaciones, una buena cantidad de productores han retenido sus novillos pesados a la espera del cese de la pesadilla, en la idea de que el sector ganadero le puede torcer el brazo al Gobierno. Con el invierno encima y la evidencia de que el conflicto va para largo y que los exportadores no sólo reducen drásticamente las faenas sino que aumentan las exigencias castigando los animales muy pesados, empiezan a vender masivamente, realimentando la baja.

¿Qué le recomendaría a los productores?
Oscar Melo:
Por un lado diría que los planes ganaderos tienen un plazo que son muchísimos más largos que los lazos de esta coyuntura. Yo no cambiaría ningún plan, me adaptaría a las circunstancias, o sea, que los planes serían los mismos, y la mejor manera de adaptarse es bajar los costos y para ello el principal costo que es la alimentación, aunque adecuando las cargas. Es decir bajar la carga eliminando animales improductivos, por ejemplo.

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