Informe especial: Los plaguicidas en lácteos significan un alto riesgo para bebés y niños

Plaguicidas que fueron prohibidos hace ya tiempo en la Argentina, siguen “apareciendo" en productos de origen animal, especialmente en lácteos.

Estudios realizados por toxicólogos de la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la UBA señalan que entre otros es posible hallarlos en leches maternizadas, yogures y postres que consumen de modo privilegiado bebés y niños.

"Analizamos 50 muestras de leches maternizadas y 51 muestras de yogures y postres disponibles en el mercado. Hallamos que solo el 10 por ciento de ellas estaba libre de los plaguicidas cuya presencia queríamos detectar, dada su peligrosidad, especialmente para los bebés y niños",  explicó la doctora Edda Villaamil Lepori, profesora asociada de la cátedra de Toxicología y Química Legal y directora del equipo de científicos.

Los investigadores buscaban detectar la presencia de residuos de plaguicidas, algunos de los cuales fueron prohibidos ya hace tiempo en la Argentina, y de otras sustancias tóxicas cuyo uso se halla estrictamente restringido. "Si bien estudiamos un conjunto amplio de componentes de diversos plaguicidas, centramos la atención en los plaguicidas organoclorados, conocidos por las siglas POC, puesto que son extremadamente persistentes y se acumulan en la cadena alimentaria", relató Villaamil.

Téngase en cuenta que el DDT, prohibido en la Argentina hace más de una década por el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa) sigue dejando rastros en diversos alimentos, pero principalmente en la leche humana y  la vacuna. Los POC son tan persistentes que pueden seguir apareciendo en alimentos aun 40 años después de que ya no se utilicen.

"La leche es una vía de eliminación de los POC, pero es también, y primordialmente, una vía de exposición de los bebés y niños a estos potentes tóxicos. De hecho, el grupo más sensible son los recién nacidos y los niños de corta edad, y recién después los adultos", señaló la especialista de la UBA.

Los lactantes y niños consumen más calorías por unidad de peso corporal que los adultos. Pero, más grave aún, consumen una variedad muy restringida de alimentos. Tanto es así que, para los lactantes, la única fuente de nutrientes es la leche materna o las fórmulas infantiles elaboradas sobre la base de leche vacuna. 

Para los chicos de seis meses en adelante, que comienzan a consumir dietas mixtas, la leche y otros productos lácteos, como yogures y "postrecitos" siguen siendo componentes mayoritarios de la  dieta. Entonces, si se considera que la leche materna y de vaca constituyen vías de eliminación privilegiadas de plaguicidas organoclorados, puede comprenderse cabalmente la gravedad del problema. "Los bebés y niños están expuestos 10 veces más que los adultos a los efectos de estos residuos tóxicos", recalcó Villaamil.

El International Life Science Institute (ILSI) advirtió en 2001 que la exposición prenatal y de niños pequeños a los POC está relacionada con deficiencias en el desarrollo neurológico y con la frecuencia de bajo peso corporal.

Si bien los residuos de plaguicidas detectados con mayor frecuencia en las muestras de lácteos que estudiaron los investigadores argentinos eran el heptacloro y su metabolito el epóxido de heptacloro –presentes en el 57,4 por ciento de las muestras– no fueron los únicos tóxicos residuales.

"Otras sustancias persistentes detectadas fueron: en el 53,3 por ciento el grupo del HCH (hexaclrociclohexano); en el 31,7, DDT total y aldrin-dieldrin; en el 28,7, clordano; en el 18,8, endrin; y en el 9,9, endosulfán y HCB (Hexaclorobenceno)", explicó Villaamil.

Pero, afortunadamente, postulan los investigadores, existe solución: si alrededor del 10 por ciento de las muestras estudiadas no exhibió la presencia de plaguicidas, quiere decir que los productores de lácteos destinados a bebés y niños, y en especial de leches infantiles, deberán tener la cautela de seleccionar partidas de materias primas libres de tóxicos para elaborar productos infantiles. "Con lo que -concluyó la especialista– estaríamos seguros de no exponer a los chicos a estas peligrosas sustancias tóxicas".

Por Amalia Beatriz Dellamea – Centro de Divulgación Científica – Facultad de Farmacia y Bioquímica de la UBA –  Email:  cdc@ffyb.uba.ar

La mirada del ingeniero Manuel Vasallo
En la Fundación Cinema (Corrientes, Argentina) normalmente estamos operando en materia de investigación sobre productos no contaminantes, y nuestros expertos nos dicen: La falla no está en los procesadores de las leches, porque naturalmente según la ley, el producto no puede venir contaminado desde los tambos…en función de las normas vigentes. Pero sucede que hay un gran "BACHE" ó  "VACÍO" en la legislación argentina, que la Federación de Abogados de la República Argentina trató el año pasado en la Ciudad de Corrientes.

En aquella oportunidad, usted señaló que las leyes que debe aplicar el Senasa, no están reglamentadas ni implementado su control, existiendo un "vacío legal", que permite actualmente encontrar los compuestos clorados responsables de esa situación, en casi todos los comercios de agroquímicos, la cuestión entonces, debe comenzar a revisarse. 

Es la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentos de la Nación, la que debiera instrumentar independientemente del Senasa, el control de las "recetas" que respalden el adecuado uso de dichos productos, que en realidad, no debieran estar en el mercado.

Claro que si se trata de un hormiguicida, la cuestión no es filosófica: Es real…
Pero en el conjunto, de acuerdo a mi experiencia, la cosa pasa no tanto por el uso en los tambos, pasa por las raciones que consume el ganado lechero.
Aunque parezca mentira la torta de algodón, o incluso la semilla, está permitida en las raciones, a pesar de sus contraindicaciones organolépticas…(En el varón la enzima del algodón produce una castración química acumulativa.- En los animales dele a un toro una semana seguida medio kilo de semilla de algodón y obtendrá un hermoso Buey, (en Brasil incluso se usa el extracto de Gossipyum como anticonceptivo masculino).
Sin embargo, lo peor no es eso: El algodón se trata normalmente con plaguicidas del tipo conocido como "absorción foliar"…con lo cual por más que se prohíba el acceso al tambo, si se usa algodón para abaratar el costo de las raciones, pues el problema ya está adentro, y la culpa no la tiene el tambero, mucho menos el procesador, aunque si de alimentos para niños se trata, es de suponer que debieran agotarse los medios para calificar la certificación del producto en cada caso.

Pero en este terreno no tengo experiencia. Sólo sé que allí también hay un "vacío" legal, por falta de implementación de los controles.
¿Donde?…Nó se… Pero en algún punto clave debiera instrumentarse ese procedimiento, para frenar esta forma de suicidio colectivo…
Y conste que no le digo nada de los anabólicos, que desde las gallinas hasta las lecheras, (tratamientos ruminales) nos están produciendo generaciones de varones cada vez más afeminados, (digo yo…Claro… que esa es una opinión de  un viejo, deformada por la visión de lo que está viendo!!!!)

Ing. Manuel Vassallo – Fundación Cinema – Email fundcinema@gigared.com

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