Fuerte mejora de los términos de intercambio para la Argentina; ¿se aprovechará esta vez la oportunidad?

Entre 2011 y 2012 se había dado una oportunidad similar a la actual, tomando la magnitud de la mejora de los términos de intercambio y, sin embargo, hubo caída del PIB y un severo retroceso de la inversión. Un informe del IERAL-Fundación Mediterranea- compara estos períodos y pone en foco como aprovechar este escenario actual.

Por Jorge Vasconcelos y Guadalupe González / IERAL

Entre 2011 y 2012 se había dado una oportunidad similar a la actual, tomando la magnitud de la mejora de los términos de intercambio y, sin embargo, hubo caída del PIB y un severo retroceso de la inversión, de 7,1 % anual, cepo mediante y un intento cortoplacista de derivar el plus de recursos a favor del consumo. En lugar de aumentar, las importaciones de bienes de capital se achicaron como porcentaje del PIB, de 2,7 % en 2011 a 2,1 % en 2012

La restauración de los cepos al cambio y al comercio exterior, junto con los controles de precios, obturan los mecanismos por los cuales se llegan a incentivar las inversiones. 

El sistema de precios es un GPS de extraordinario valor para la economía, ya que es el indicador por excelencia en la detección de abundancia o escasez de bienes y servicios, el que induce a redireccionar consumos, fomenta inversiones y dispara correcciones de política económica para facilitar esas adecuaciones.

Por detrás de una década de estanflación, hay un deterioro notable en la inversión y en la productividad de factores, que se evidencia cuando se compara con países de la región como Uruguay y Chile.

Para resolver estos cuellos de botella hay que reorganizar el funcionamiento de la economía asignando al estado y al mercado los roles que han probado ser tan efectivos en países como Corea, Israel, Irlanda, Nueva Zelanda, entre otros, que incluyen una política decidida de integración al mercado mundial. Así, se gana en productividad por empresas que logran escalas de producción adecuadas, la incorporación de tecnología en forma continua y la especialización que permite capturar nichos de mercado. La Argentina es un país muy poco integrado al mundo y, con los cepos al cambio y al comercio exterior, apunta a ir en dirección contraria a la de los países mencionados.

En el seno del Mercosur comienzan a predominar las “fuerzas centrífugas, con Uruguay y Paraguay que lucen decididos a avanzar hacia una mayor integración al mundo. A su vez, Brasil (una economía tan cerrada como la Argentina, pero sin cepos) oscila frente a ese dilema. Hacia fin de marzo, ante una nueva cumbre del Mercosur, la Argentina podría verse obligada a salir de su ambigüedad en políticas de integración.

Sin una ruptura nítida con el escenario de estanflación, entonces las variables financieras comienzan a alimentar un verdadero “círculo vicioso”. Mientras menos productivo es un país, más devaluada resulta su moneda, y esto lleva a la persistencia de altísimos índices de pobreza. Pese a que, tras la reestructuración de 2020, el stock de deuda pública en moneda extranjera en manos del sector privado equivale a sólo el 25 % del PIB, el riesgo país supera los 1500 puntos. La falta de crecimiento puede llevar a la insolvencia, parece ser el mensaje del mercado.

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