En los últimos años, en la región templada húmeda de la Argentina, se extendió la ventana de siembra de maíz hasta fechas más tardías, es decir, entre diciembre y mediados de enero. De esta forma, se buscan mejoras en la estabilidad del rendimiento interanual. En este marco, especialistas del INTA Paraná –Entre Ríos– evaluaron la performance de híbridos de maíz en un ambiente con bajo potencial de rendimiento, como lo es la localidad de Santa Elena.
En la última década, la siembra tardía del maíz se expandió hasta alcanzar cerca del 50 % de la superficie total sembrada en la región pampeana, aunque a nivel regional se mantuvo entre un 15 y un 20 %. De acuerdo con Maltese, “esta menor adopción en la zona, se podría relacionar con la mayor presión de plagas, malezas y enfermedades fúngicas que afectan la calidad de los granos e incrementan el riesgo del cultivo”.
Frente a escenarios de alto riesgo, el equipo de especialistas del INTA junto con investigadores del Conicet, la Universidad de Buenos Aires (UBA), la Facultad de Ciencias Agropecuarias de la Universidad Nacional de Entre Ríos, la Universidad Estatal de Kansas –Estados Unidos–, la Universidad de Queensland –Australia–, CREA y empresas del sector analizaron cómo influye la elección de la densidad de siembra y el genotipo en los rendimientos del cultivo de maíz.
“La adecuación en la densidad de plantas tiene un alto impacto en el costo del cultivo, a la vez que su ajuste en bajos niveles permite mantener un piso de rendimiento, a partir de otorgar una mayor oferta de recursos por planta, como nutrientes, agua y radiación solar”, expresó Maltese.
De todos modos, el especialista del Conicet-INTA, advirtió que el maíz tiene una capacidad limitada para compensar la baja densidad de plantas, a diferencia de especies como el girasol (capacidad de expansión foliar), la soja (capacidad de ramificar) o el trigo (capacidad de macollar). “Las bajas densidades afectan significativamente la captura de luz del maíz y, en consecuencia, el crecimiento del cultivo”, indicó.
Datos obtenidos de la evaluación llevada adelante en Santa Elena determinaron que la menor densidad de plantas por unidad de área permite incrementar la oferta de recursos y que las siembras tardías de maíz posibilitan estabilizar el rendimiento interanual.
Por esto, la implementación de estrategias agronómicas defensivas, como las fechas de siembra tardías y bajas densidades de plantas, pueden resultar una herramienta promisoria en ambientes con bajo potencial de rendimiento cuando se utilizan híbridos con alta plasticidad vegetativa y reproductiva.