Estiman que septiembre comenzaría la recuperación gradual de la economía argentina

Una consultora destaca que el impacto económico de la cuarentena en Argentina rondaría los 27.500 millones de dólares, equivalentes al 6% del PBI. Proyecta el mes de septiembre como el inicio del proceso de recuperación gradual de la economía nacional debido a la cosecha, a China y a políticas de estímulos.

Por Ramiro Farías (Farías Consultores)
El Impacto del Coronavirus en la economía mundial, ¿Qué esperar para Argentina?

Para dimensionar el impacto económico que puede significar la epidemia desatada por el COVID-19 (Coronavirus), es necesario examinar quienes son los principales países afectados y su importancia económica relativa, o en otros términos, su participación en el PBI mundial. Bajo esta perspectiva, 10 países que integran el “Top 15” del ranking económico (juntos concentran el 61% del PBI global) presentan prácticamente el 75% de los contagios reportados al 12 de abril del 2020.


La situación se torna más crítica considerando a la Unión Europea como bloque, ya que presenta el 45% de los contagios informados, siendo la segunda unidad económica mundial con el 22% del PBI. Es decir, la principal economía mundial, Estados Unidos, y el principal bloque económico, la Unión Europea, son los que presentan mayor grado de afectación por la actual pandemia del COVID-19.

En este sentido, pueden revisarse otros eventos disruptivos en la historia económica, política y social de la humanidad de los últimos 100 años, en busca de paralelismos que ayuden a comprender la situación actual. Para ello fueron seleccionados los eventos de la Primer Guerra Mundial (años 1914-1918), la “Gran Depresión” de 1930, Segunda Guerra Mundial (1939 – 1945) y la reciente “Crisis Financiera Internacional” de 2008-2009, considerando que los principales protagonistas y afectados de dichos sucesos fueron en gran medida Estados Unidos y los países europeos, mientras que Argentina debió afrontar el “daño colateral” de los eventos en cuestión (para un mayor detalle ver anexo al final del presente documento).


Que esperar de la crisis sanitaria por COVID-19

En base a los casos desarrollados, es posible prever que la magnitud de la crisis actual desatada por el COVID-19, estará directamente relacionada a la duración y gravedad que conlleve su desenlace. En este sentido, podría imaginarse una mixtura de escenarios similares a los de la Crisis Financiera Internacional de 2008-2009, en cuanto a extensión (1 a 2 años) y posibilidad de acción coordinada en cuanto a políticas económicas (¿y sanitarias?) para lograr una reactivación; y a los efectos de la Primer Guerra Mundial en cuanto a impacto humanitario (muertes y enfermos, aunque, esperemos, en menor proporción) y el “apagón” que genera sobre el aparato productivo.

Al respecto, la información disponible indica que la pandemia comenzó en China en diciembre de 2019, a fines del mes de enero se impusieron severas restricciones a la circulación de personas y funcionamiento de actividades económicas, medida que continuó hasta el 8 de abril. La cuarentena duró alrededor de 75 días, lapso que (supuestamente) permitió poner fin a los contagios en la zona en cuestión. Pese a ello, China ahora enfrenta nuevos contagios por nativos que vuelven del exterior así como extranjeros que viajaron al país. Se estima que durante el período que duró la cuarentena, la economía funcionó por debajo del 50% de la capacidad instalada.

La información anterior puede extrapolarse a casos como el de Estados Unidos y la Unión Europea, para estimar el impacto económico del cese de actividades a nivel generalizado, ya que a diferencia de China, el nivel de dispersión territorial de los contagios no permitiría efectuar una segmentación con el nivel de efectividad como el realizado por el país asiático.
A modo de ejemplo, supondremos un período de 90 días de cuarentena para Estados Unidos, 60 días para la Unión Europea y 45 días para Argentina. En el cálculo se contemplaría el resguardo social previo a dictaminar la cuarentena y posterior a su finalización, así como el efecto de la enfermedad sobre el normal desarrollo de las actividades en dichos lapsos.

En el escenario descripto vemos que en esta ocasión “la guerra” se desarrollaría sobre todo en Estados Unidos, con un impacto económico que podría implicar un 12% de su PBI, razón que explica la reciente aprobación del mayor paquete de estímulo en la historia de dicho país, equivalente al 9% de su PBI.

En Argentina, pese a haber tomado medidas preventivas de manera anticipada, el impacto no sería menor, y podría llegar a representar el 6% del PBI. Por otro lado, solamente se están considerando los impactos “directos” generados en cada país, luego la desaceleración económica global impacta en caídas de precios y volúmenes transaccionados, desatando presiones contractivas adicionales.

La desventaja que posee nuestro país es la existencia de una situación macro y microeconómica de extrema fragilidad al momento de la aparición de este “Cisne Negro”, aspecto que condiciona fuertemente la disponibilidad de recursos para emprender una reactivación económica.

El escenario descripto está en sintonía con la proyección realizada por el Banco Mundial, que pronostica una caída del 6% del PBI en Argentina en 2020 y una posible recuperación en torno al 2,2% y 2,3% en los años 2021 y 2021.

Precisamente, la posibilidad de dicha recuperación es la que está en juego de aquí en adelante. Ello dependerá de la habilidad del gobierno para capitalizar el bajo nivel de contagios que actualmente presenta Argentina y poder finalmente controlar el brote del COVID-19. Nuevamente el mundo necesitará de la provisión de alimentos, insumos médicos y todo tipo de servicios ligados a la recuperación de la pandemia. Ser un país “libre de Coronavirus” puede significar un intangible de altísimo valor para los próximos años, que permitan canalizar inversiones, turismo y dinamizar la capacidad productiva del país.

En el corto plazo, nos tocará atravesar lo peor de la crisis sanitaria y económica en el mes de mayo y junio, con una llegada del invierno que ya de por sí presenta un menor ritmo de actividad. Los meses de julio y agosto servirán para “contar las bajas”, siendo visibles los efectos de la ruptura en la cadena de pagos de los meses previos.

Con la llegada de la primavera comenzarán a registrarse los primeros signos de recuperación, de la mano del programa de estímulos aplicados por el gobierno y de los efectos multiplicadores de una buena cosecha 2019/2020 en nuestro país. En este sentido, la proyección realizada por la OCDE de que China logrará una tasa de crecimiento por debajo del 5% en 2020 pese a la pandemia, con puertos normalizando su actividad para el segundo semestre del presente año, son una buena noticia para Argentina.

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