Hay que “pensar los nutrientes en forma combinada”, explicó el Dr. Martín Díaz Zorita para encarar mejoras productivas en la soja. En el marco de un panel técnico del que participó en el seminario AcSoja, brindó recomendaciones para un mejor manejo de nutrientes e inoculantes.
El académico sugirió que es necesario “retomar el camino de la fertilización en soja”, combinando aportes desde el suelo, el aire y los fertilizantes. Actualmente, subrayó que el 60% de los lotes tienen deficiencia de fósforo (P), el 30% presenta limitaciones en potasio (K) y azufre (S) y el 8% en nitrógeno. Además, indicó que un estudio realizado en 2018 señala que existen limitaciones generalizadas de materia orgánica que llevan a deficiencias de nitrógeno, azufre y boro.
“El fósforo ha caído a razón de una parte por millón por año en los últimos siete años”, dijo Díaz Zorita.
“El 70% de la región pampeana presenta deficiencias en fósforo y limitaciones generalizadas de nitrógeno y azufre”, dijo el especialista. Asimismo, se han detectado limitaciones localizadas de micronutrientes y de potasio en diversas regiones.
En las zonas donde se aplica fertilizante, la dosis medida utilizadas es de 63 kilos por hectárea, y la composición, de acuerdo con lo que reveló Díaz Zorita es de: 92% fosfatados; 6% azufrados, 2% otros y cero en nitrogenados. En tanto, el uso de inoculantes con rizobios llega al 80 %.
En promedio, para cultivos de 3.000 kg/ha, los aportes al fertilizar cubren hasta el 60% de las necesidades de fósforo y hasta el 30% de las necesidades de azufre.
Tal como explicó el Magíster en Ciencias Agrícolas y Doctor en Ciencias del Suelo, hoy el manejo de la nutrición explica brechas del 15% al 23% entre los rendimientos alcanzables y los actuales.
Para alcanzar altos rindes en soja, el experto instó a hacer diagnóstico de limitaciones, correcciones de fósforo, azufre y micronutrientes limitantes según las expectativas de rendimientos logrables.
En cuanto a la inoculación, señaló que queda un 20% de la superficie de soja sin recibirla. “Al inocular aumentan los rendimientos en 228 kilos por hectárea, es decir, un 8,1%”, contó Díaz Zorita. “La columna vertebral de la nutrición pasa por el nitrógeno”, aseguró. Y advirtió que el 8% de los rendimientos están definidos por la inoculación.
Finalmente, subrayó que “las condiciones actuales de fertilidad y de manejo limitan los rendimientos, pero con estrategias balanceadas de nutrición, la producción podría aumentar del 15% al 23%”.
“Hay que nutrir mejor la soja. En soja de primera y de segunda, para el manejo responsable de nutrientes hay que identificar elementos limitantes con un diagnóstico ambientado de suelos, inocular todos los años con rizobios, y aplicar estrategias de fertilización combinada de macro y micronutrientes (P, S, Zn)”, señaló Díaz Zorita.
Es que, según afirmó, “los nutrientes no están solos en el manejo y la combinación da saltos en la eficiencia de uso” según estudios. Por eso llamó a “pensar en forma combinada”. También recomendó elegir fertilizantes según nutrientes limitantes y colocarlos en el lugar y momento adecuado, aplicando las dosis según las necesidades de crecimiento de los cultivos.