De Grazia es uno de los sucesores de aquel inmigrante italiano que en los años ’50 señalaba con una “G” bien grande los cajones que elegía en un mercado concentrador de pollos vivos para luego faenarlos, uno por uno, y salir de reparto en bicicleta o en carro tirado por caballos en las calles de Buenos Aires.
De aquella avicultura zafrera, que tenía como método guardar en cámaras frigoríficas los productos para las grandes ocasiones –las fiestas de Navidad y Año Nuevo– se pasó poco después (década de 1960) al desarrollo de líneas genéticas. Fueron las que abrieron la puerta a una mayor velocidad del engorde y al nacimiento de la industria local de los parrilleros.
Se empezó a producir en galpones y a elaborar alimentos balanceados que eran mezclados con palas. Los De Grazia pusieron el primer peladero industrial en 1962.
“En el desarrollo de esta industria hubo dos corrientes: los que nacimos desde la comercialización para atrás y los que lo hicieron desde la producción para adelante”, contó De Grazia en la planta La China, que faena 170 mil cabezas diarias y emplea 900 operarios de los 2.500 que la compañía tiene en total.
En los ’70 entraron las multinacionales estadounidenses al negocio pero, a diferencia de otras ramas, esta industria fue quedando en manos de empresas locales. Los De Grazia le compraron algunas de las estructuras a Cargill para avanzar en complejos cada vez más modernos y sofisticados.
Los años más recientes mostraron el avance de la integración entre los distintos escalones (genética, granjas comerciales, provisión de insumos, industrialización). “Nosotros tenemos el máximo que se puede alcanzar, desde la producción de aves reproductoras (línea Cobb) y el resto de los procesos”, relató el empresario durante una visita organizada por el Círculo Argentino de Periodistas Agrarios (ver página 5).
La segmentación de productos para abastecer el mercado interno y los del exterior está a la vista: desde los más sofisticados, (todo en carne cruda de pollo) como un brochet para Suiza o la línea para procesar cuartos traseros exclusivamente para Japón.
También hay acuerdos comerciales y de co-packing con otras empresas globales. Granja Tres Arroyos provee a procesadores mundiales de alimentos, en particular a la norteamericana Tyson. Elabora productos con su marca, cocidos y crudos para exportar a Medio Oriente.
El complejo de La China, aprobado para exportar a la Unión Europea, entre otros destinos, cuenta con línea automática de eviscerado, dos sistemas de enfriamiento de aves chiler (enfriamiento por agua y túnel de frío (enfriamiento por aire), corte mecánico de trozos, cámaras de refrigerado y congelado y giro freezer. Se agrega una sala para la elaboración de saborizados.
Dentro del mismo predio está la planta para la elaboración de subproductos: harinas de sangre, de vísceras y de plumas (hay un contrato con Chile para abastecer la crianza de salmones).
Desde la granja
En la colonia Los Ceibos, a 25 kilómetros de Concepción del Uruguay, sobre la ruta 14, Oscar Boffelli, de 35 años, destina tres de las 22 hectáreas que posee para operar una de las 375 granjas integradas que dependen del grupo Tres Arroyos.
Con una inversión de 200 mil pesos y apuntalado por una SGR (sistema de garantías recíprocas) de la misma compañía, acaba de habilitar un cuarto galpón de 150 metros de largo por 12 de ancho. Se trata de una nave con ambiente controlado, ventilación forzada y comederos automáticos. La escala de esta granja está en el orden de los 72 mil pollos.
Como parte del convenio de integración, el granjero provee las instalaciones, el trabajo, el pago de los servicios (luz, gas, agua) y recibe una retribución en función de los resultados productivos.
“La industria hace un ranking, una especie de tabla de posiciones y el que produce con menores costos es el que más cobra, en un rango de 25 a 55 centavos por pollo”, comentó Héctor Arbiza, gerente de producción de la división Entre Ríos de Granja Tres Arroyos.
La terminación de un parrillero está en los 50 días, con un crecimiento promedio de 53-54 gramos por día, y salen terminados con un peso de 2,70-2,75 kilogramos. “El 70 por ciento del costo de la granja es alimento balanceado, por eso la conversión es tan importante. Los pollos consumen alrededor de 110 gramos diarios, con lo cual en el proceso demandan 5,5 kilos por cabeza”, informó Arbiza.
Desde la planta de balanceados del grupo, ubicada en Concepción del Uruguay, se suministran cuatro tipos de alimentos: un preiniciador (del día 1º al 14); un iniciador de crecimiento hasta los 28 días; un terminador, hasta los 37 días, y uno de retiro para la última semana.
El alimento contiene un 60 por ciento de maíz, 30 por ciento de productos del complejo soja (el grupo produce expeler y soja desactivada).
En menor grado, el menú puede contener harinas de carne bovina, que aporta calcio y fósforo a la dieta.
La harina de pescado depende de los precios, pero hace varios años no está presente en la dieta, se explicó.
La cama de pollo (cáscara) queda a disposición del granjero, se mantiene entre tres y cinco crianzas y luego se aplica, en general, como mejorador de suelos.
De los 72.090 pollos anotados, Boffelli lleva una mortandad de 1.859 cabezas. “Entre la primera y la última semana se producen las mortandades máximas. Si antes las enfermedades infecciosas eran predominantes, ahora se observan más del tipo metabólicas (de crecimiento), producto del intenso trabajo de los genetistas, aunque también muchas enfermedades se evitan por la genética”, dijo Arbiza.
La unidad económica a nivel de granja, según los números de Tres Arroyos, está hoy en el orden de las 35 mil aves. Dependiendo de los resultados productivos, la inversión de un galpón como el citado se podría pagar con unas 20 crianzas.
El escenario después de la gripe
El mercado internacional de carne de pollo representa aproximadamente un 10 por ciento del volumen total de la producción mundial. “Se está recomponiendo despacito; la gente va perdiendo el temor a consumir y eso va dando como resultado una mayor cantidad de pedidos, que habían bajado a nivel alarmante”, reconoció De Grazia.
–¿Puede decirse que lo peor ya pasó desde la vereda de la producción argentina?–Con el escenario de hoy se puede decir eso, lo peor va pasando. Al quitarle efecto mediático a la real situación de la gripe aviar en el mundo nos vamos encontrando con que la gente vuelve a confiar en el producto y a consumirlo. Así que si no ocurre nada nuevo, Dios quiera que así sea, lo peor ya pasó.
Cabe destacar que Roberto Domenech, titular de Cepa, destacó que el proyecto empresarial que derivó en la transformación del sector “hoy es un proyecto sectorial. Para pedir políticas (al Gobierno) hay que tener un proyecto y nosotros lo tenemos”. Ese proyecto se sustenta en un crecimiento pautado para abastecer los dos frentes: el interno y el mundial.
Fuente: diario La Voz del Interior ( www.lavozdelinterior.com.ar )