El desafío de romper el lazo entre la producción y el impacto ambiental

Fernando Andrade, Ingeniero Agrónomo de la UBA, PhD Iowa State University, se presentó en el XXVII Congreso de Aapresid, en donde consideró que el gran desafío de satisfacer y aprovechar las demandas de productos del agro reduciendo riesgos en la salud y ambiente.

La presentación que realizó el ingeniero Fernando Andrade se focalizó en generar conciencia acerca de la necesidad de romper con la asociación que vincula a la producción con el impacto ambiental. En tal sentido propuso planificar los agroecosistemas de manera tal de satisfacer las futuras demandas de productos de la agricultura y reducir paralelamente el impacto ambiental de la actividad, asegurando la provisión de servicios ecosistémicos y beneficios socioeconómicos esenciales para la sociedad.
Allí se presentaron las estrategias productivas que pueden conducir a cumplir con los objetivos mencionados.
Se puso énfasis en las tecnologías de conocimientos y de procesos que permitan satisfacer futuras demandas, alcanzar una mayor productividad o eficiencia de uso de recursos e insumos y reducir el impacto ambiental.
Para conceptualizar y cuantificar los posibles aportes de estas estrategias se describieron y se presentaron ejemplos sobre el mejoramiento genético y la biotecnología, el manejo de cultivos con base ecofisiológica, las técnicas conservacionistas, la intensificación del número de cultivos en el año, el manejo integrado de plagas, la intensificación con base ecológica, las buenas prácticas en fertilización, etc.
Además, subrayó que toda tecnología debe ser analizada en la medida que sea funcional a los objetivos mencionados, evitando posturas ambientalistas extremas o tecnocentristas extremas.

Finalmente, el Investigador de INTA y de CONICET remarcó el rol que tienen nuestras capacidades inherentes de innovación y colaboración para satisfacer futuras demandas y reducir el impacto ambiental de la actividad.

La agricultura y las actividades humanas generalmente ocasionan una extralimitación en el uso de los recursos naturales y de la capacidad bioproductiva del planeta. Una extralimitación en el uso de los recursos surge de la convergencia de un rápido crecimiento de la población y de sus actividades económicas, de un límite en la disponibilidad de dichos recursos y de un desfase en la percepción del problema que causa retrasos en la aplicación de las medidas adecuadas.
El Profesor Titular de la FCA UNMP indicó que la producción agropecuaria global es responsable de buena parte del impacto ambiental que las actividades antropogénicas tienen sobre los ecosistemas por sus contribuciones a la emisión de gases de efecto invernadero, por la pérdida de biodiversidad, por la contaminación con agroquímicos, por el uso del agua de ríos, lagos y acuíferos para riego, por la degradación de los suelos, por el incremento del nitrógeno reactivo en la biósfera y por los aportes al flujo de fósforo y de otros nutrientes a aguas superficiales y a los océanos.
También indicó el director de estudiantes de postgrado (Magister y Doctorado) y de investigadores de Conicet, que el sector agroindustrial argentino ha sido pionero en adopción e innovación tecnológica y organizacional en los últimos 25 años.  La agricultura argentina ha sido precursora en la aplicación de la tecnología de siembra directa, en incorporación de biotecnología y en el uso de nuevas tecnologías de información y agricultura de precisión.
No obstante, el ingeniero Andrade explicó que el proceso de agriculturización que se ha producido en el país en las últimas décadas se ha caracterizado por un marcado incremento en el área sembrada de cultivos, el corrimiento de la frontera agropecuaria, el dominio del cultivo de soja y de las tecnologías de insumos, y la no contemplación de externalidades en cuanto a aspectos ambientales y sociales. El avance de la agricultura, del cual el cultivo de soja fue el principal motor, tuvo consecuencias negativas sobre la materia orgánica y el balance de nutrientes en los suelos, y condujo a incrementos de las emisiones globales de gases invernadero y a deterioros en el largo plazo de los sumideros naturales de este elemento. Además, a pesar de que actualmente se utilizan plaguicidas menos agresivos en cuanto a toxicidad y persistencia en comparación con décadas anteriores, la agriculturización condujo a un mayor uso de agroquímicos que contaminan el suelo y los cuerpos de agua, y son un riesgo para la salud humana y animal.

Finalmente, quien es Profesional Consulto de INTA desde 2014, indicó que la disminución de hábitats naturales o semi naturales relacionada con la expansión de la soja ha resultado en una reducción de la biodiversidad asociada y en la pérdida de servicios ecosistémicos. “Este proceso ha tenido, además, consecuencias sociales, cuyos aspectos son fundamentales para considerar en un análisis integral de la sostenibilidad de los territorios rurales”, explicó.

Y aseguró: “La demanda global de productos agrícolas continuará creciendo debido, principalmente, al crecimiento poblacional y al aumento de la calidad de la dieta por incrementos en el poder adquisitivo. Esto traccionará la producción mundial de alimentos, y especialmente la de Argentina, por sus amplias ventajas comparativas para la producción agropecuaria. La diversidad de climas y de suelos de nuestro país posibilita
producir una amplia diversidad de productos”.
En tal sentido, detalló que la Argentina tiene una gran responsabilidad en la futura seguridad alimentaria por ser uno de los países con mayores potenciales para la agricultura. Se estima que el país produce alimento para alrededor de 400 millones de personas. Además, la agricultura tiene una importancia estratégica en la economía argentina y la creciente demanda de productos agropecuarios constituye una gran oportunidad para el desarrollo equitativo de los territorios del país a través de la producción primaria y, principalmente, del agregado de valor y de la agroindustria.
“El gran desafío que enfrentamos es satisfacer y aprovechar dichas demandas de productos del agro reduciendo simultáneamente el impacto ambiental con un mínimo riesgo para la salud de la población”, anunció Andrade.
En síntesis, refirió que la intensificación y expansión de la agricultura registrada en la Argentina en las últimas décadas produjo importantes incrementos en el volumen de producción de alimentos asociados con significativos impactos sobre el ambiente que pueden comprometer la futura producción y la capacidad del paisaje rural de proveer otros servicios ecosistémicos fundamentales.

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