El bionegocio que promueve la integración foresto-ganadera con huella de carbono cero

El proyecto nació en el norte de Santa Fe y está liderado por la Chacra Aapresid de Agregado de Valor en Origen. A través de la integración forestal y ganadera busca obtener carne ecológica certificada y con balance neutro de carbono, madera de calidad y biomasa energética.

Los cambios en el consumo de alimentos están movilizados por el cambio climático, la huella ambiental y social. En respuesta a esas demandas, emergen iniciativas como “Ecobosques ganaderos”, de la mano de la Chacra Aapresid de Agregado de Valor en Origen (AVO) y conformada por empresas del agro, interesadas en desarrollar alternativas de negocio con “triple impacto” – social, económico y ambiental -, buscando diversificar riesgos, mejorar los resultados y agregar valor a través de la bioeconomía.

Proyecto “Ecobosques ganaderos”
Se trata de un bionegocio que promueve la integración foresto-ganadera para lograr carne ecológica certificada y con balance neutro de C, madera de calidad y biomasa energética. El mismo busca desarrollarse en el norte santafesino, donde además de abundar los campos de aptitud ganadera y forestal, existe un polo de servicios e industrias relacionadas a la madera de amplio desarrollo.

La pata ambiental: producción de madera y pastoreo regenerativo
Los sistemas silvopastoriles son una herramienta valiosa para el mejoramiento de los servicios ecosistémicos y la rehabilitación ambiental de paisajes ganaderos. “Por el lado del balance de C, estos sistemas perennes pueden no sólo ser C neutro – al compensar emisiones  a partir del secuestro “fotosintético” de dióxido de C (CO2) de las plantas -, sino C positivos, es decir, capaces de aportar a la “descarbonización” de la atmósfera y a la lucha contra el cambio climático”, explicó Jorge Gamabale, uno de los productores socios del proyecto.

Estas virtudes están medidas por ensayos locales realizados por la Chacra, que ajustan modelos existentes para calcular el balance de C en sistemas argentinos. “Hablamos de capturas de 35 tn CO2eq/ha/año”, precisó Gambale.

“Para lograrlo, es indispensable desde lo técnico no solo un minucioso diseño del sistema sino extremar cuidados en sus dos primeros años”, dice Gambale. El rodal inicia con una densidad inicial de 600 árboles/ha (que más adelante se reduce), que deja lugar a callejones de pasturas de 10 m cada 2 pares de líneas de árboles.

Las intervenciones oportunas de poda y raleo son cruciales para el correcto crecimiento de herbáceas y árboles. Estos bosques cultivados no solo aportan biodiversidad y servicios ecosistémicos, sino que además serán uno de focos de captura de CO2. La especie elegida es inicialmente Eucalyptus spp., cuya madera tendrá como destino a aserradero. 

En cuanto a la ganadería, “las pasturas elegidas son de Gramma rhodes+melilotus y serán manejadas con pastoreo regenerativo para sostener una invernada liviana (300 kg) y al mismo tiempo maximizar la captura de C del sistema”, comentó el referente. La idea es ingresar con terneros (Brangus – Braford) de 160-180 kg a partir del 2º año de la forestación.

La pata económica: certificacion carne C neutro y bonos de carbono
En vistas de diferenciar y posicionar esa carne C neutro, existen certificaciones específicas como el sello brasilero Meat Neutral Carbon (CCN) de Embrapa, que ya opera con empresas argentinas. “En otros países el valor de la carne puede ascender hasta el doble solamente por tener certificación C neutro”, precisó Mayco Mansilla, líder técnico del proyecto.

También barajan la posibilidad de ingresar al Mercado de Bonos de Carbono, que si bien es incipiente en nuestro país, “mundialmente crece a ritmo exponencial y podría significar importantes beneficios”.

Para costear la fuerte inversión inicial que implica el proyecto, la Chacra apuesta al asociativismo para escalar en volumen y competitividad.

Durante los primeros años, donde gran parte del capital está inmovilizado, apuestan a obtener ingresos anuales a partir de la venta de biomasa “energética” extraída de podas y raleos de los árboles y la venta de animales, que funcionan como “caja chica”.

La pata social: generación de empleo directo e indirecto
Al ser una actividad intensiva demanda arraigo, personal fijo y mano de obra especializada para las tareas ganaderas y forestales. El involucramiento de la comunidad salta las tranqueras e incluye trabajadores vinculados a las diferentes cadenas: aserraderos, frigoríficos, fábricas de muebles y servicios asociados. “Ahí es donde está el impacto sobre el desarrollo económico local en torno a la iniciativa”, subrayan.

Según señalan desde Aapresid, el proyecto es modular y abierto. Todos aquellos interesados en conocer más sobre el mismo pueden ponerse en contacto con la entidad. Actualmente, está calentando motores, leudando su fondo de inversión y, se prevé, se pondrá en marcha en 2023.

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