Hace más de 150 años, Sarmiento trajo a la Argentina las primeras plantas de pecán con fines ornamentales. Hoy, el cultivo alcanza unas 8 mil hectáreas implantadas y es el segundo fruto seco en importancia. Al ser una especie que ganó protagonismo en los últimos años, aún hay poca información sobre las enfermedades que la afectan. En este marco, la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA) busca e identifica a los patógenos responsables de dañar y hasta matar a los árboles. Desde 2014 se generaron 15 tesis de grado sobre enfermedades que afectan al cultivo y se trabaja en conjunto con técnicos y productores para prevenirlas. ¿Cómo investigan los detectives del pecán?
«El cultivo de pecán tiene un gran potencial. Si bien el 60% de la producción nacional se concentra en las provincias de Buenos Aires y Entre Ríos, se puede plantar en diversas provincias y condiciones ambientales. Las semillas de este árbol tienen una gran demanda nacional e internacional por sus propiedades nutricionales. Como la producción despegó en los últimos 20 años, cuando aparecen enfermedades no siempre existe información sobre ellas», explicó Eduardo Wright, Profesor Consulto de la FAUBA.
Wright resaltó que actualmente varias instituciones estudian el tema, como el INTA y la Universidad Nacional de la Plata. «Desde la FAUBA investigamos sobre enfermedades que afectan sus frutos y hojas, y que pueden matar a las plantas. Se realizaron 15 tesis sobre patógenos de pecán como Fusarium, Nigrospora y Sordaria, entre otros. En general, respondemos a las demandas de productores y técnicos de Entre Ríos y Buenos Aires. Nuestro estudio más relevante fue en plantaciones de Gualeguay, desde donde me llamaron porque algunos árboles presentaban síntomas fuera de lo común».
Y agregó que luego de mucho trabajo identificaron al responsable. «Era un hongo que pertenece al llamado complejo Botryosphaeria, que daña a las ramas y, en muchos casos, mata a la planta. También afecta a los arándanos, al nogal europeo y a especies ornamentales. Estos hongos son difíciles de identificar porque a veces ni siquiera generan esporas —estructuras fúngicas que varían de una especie a otra—. Además, el complejo puede convivir con los árboles sin causarles daños, pero si se estresan, se transforma en patógeno. Manejarlo es dificultoso».
Pistas en el laboratorio
Eduardo Wright señaló que cuando aparece un síntoma, primero se comparan las diferencias entre las plantas enfermas y las sanas. «Hay ocasiones en que el patógeno es visible. También hay que describir las condiciones en las que apareció la enfermedad, como la edad o la variedad del cultivo, y el ambiente. Obviamente, buscamos bibliografía sobre el tema. En Estados Unidos, de donde es originario el pecán, hay mucha información».
En este sentido, añadió: «Después, pasamos al trabajo en laboratorio. Se desinfectan los tejidos y se los coloca en recipientes para que los microorganismos presentes se desarrollen. Se los aísla hasta tener material puro. Con eso podemos realizar una identificación preliminar».
El profesor indicó que si no se puede reconocer el patógeno, se debe seguir una serie de pasos llamados postulados de Koch. «Hay que poner en contacto el microorganismo con plantas sanas y determinar si se producen los mismos síntomas que los que observamos sobre el material inicial en el campo. Ahí podemos saber si es el microorganismo responsable o no. Luego, en conjunto con los técnicos y otros colegas, podemos planificar cómo manejar la enfermedad y disminuir las pérdidas que ocasiona».
Trabajo en conjunto
Eduardo contó que en distintas producciones se están observando síntomas similares a los que produce el complejo Botryosphaeria. «En este contexto, la Cámara Argentina de Productores de Pecán busca coordinar esfuerzos y desarrollar líneas de investigación en conjunto con otras instituciones, como la FAUBA. Me asombró la participación y el apoyo que la cámara brinda a pequeños y grandes productores».
Wright adelantó: «Seguiremos trabajando con los técnicos y con la Cámara para identificar las patologías. En una segunda etapa pensaremos prácticas de manejo para disminuir las consecuencias de las enfermedades». Para finalizar, resaltó que colaboró en la redacción del Manual del huerto del nogal pecán, una publicación libre y gratuita del INTA.
Por: Sebastián Tamashiro