¿Cómo, cuándo y para qué sembrar cultivos de servicios?

El Ing. Agr. Cristian Álvarez, de AER INTA Gral. Pico, comparte algunas ideas y estrategias relacionadas con el uso de los cultivos de servicios para mitigar ciertas problemáticas en los sistemas productivos.

¿Por dónde empezar?
Para Álvarez, lo primero a identificar cuando se piensa en cultivos de servicios es el “para qué” se necesita, cuál es la variable que debe mejorarse o mitigarse en relación al sistema de producción. “Y en función de eso elegir la mejor especie adaptada a esa necesidad”.

“Lo primero a definir es qué sistema de producción tenemos (agrícola, ganadero, agrícola ganadero, con animales de corral o de pastoreo, etc.). Luego definir qué secuencia de cultivos tenemos.

En situaciones donde las rotaciones están intensificadas es más difícil encontrar un espacio para incorporar a los cultivos de servicios. Esto no quiere decir que no se puedan aplicar, sino que hay que recurrir a algunas técnicas de sembrado a través de boleo, con avión o con altinas. Y en el caso de rotaciones más simples, tipo soja-maíz, el momento de secado y el tipo de especie a aplicar es mucho más sencillo”.

¿Cómo sembrar y en qué densidad?
Cristian comenta que, en general, cuando se siembran especies puras de gramíneas se buscan entre 160 y 200 plantas por metro cuadrado. Esto depende del peso de mil y del poder germinativo, cuál va a ser la densidad. Es decir, los kilos por hectárea a sembrar o bolear.
“En leguminosas en general se está buscando, en vicias principalmente, entre 35 y 50 plantas por metro cuadrado dependiendo de si va sola o en combinación. En el caso de las crucíferas, entre 80 y 90 plantas y se recomienda asociadas con alguna especie de gramínea o leguminosa para mejorar la cobertura en superficie.

Componentes necesarios: fósforo, azufre y nitrógeno
Otra variable a considerar en el caso de todas las especies, es que tengan una buena base de fósforo, que en general no se tiene en cuenta. “Y es un error”, dice el Ing. Álvarez, “porque cuando uno fertiliza las coberturas, como no las pastorea, no las cosecha ni las incorpora, quedan en la biomasa y esa biomasa la va entregando en el tiempo. Tanto fósforo como azufre serían variables a considerar al momento de hacer la siembra”, agrega.

En el caso de las gramíneas, es fundamental acompañar con unos kilos de nitrógeno no sólo para mejorar la producción de biomasa sino también adelantar el momento de secado.
 En este sentido, Álvarez cuenta que con prácticas de fertilización están adelantando entre 25 y 35 días el momento de secado, por una mayor eficiencia en la producción de biomasa.

En el caso de leguminosas, es importante que los niveles de fósforo del suelo no estén por debajo de las 16 o 17 partes por millón. Que los niveles de azufre no estén por debajo de los 10 o 12 partes por millón. Y en el caso del nitrógeno irá acompañado de la inoculación hecha a la leguminosa. “Se recomienda en las primeras siembras hacer doble inoculación y, si es posible, con turba”, dice Álvarez.

Aplicación de coberturas según los tipos de ambientes
Las otras variables a considerar tienen que ver con el ambiente (bajo, loma, con o sin influencia de napa, más arenoso o menos, etc). Cada uno de ellos tiene una capacidad productiva para generar un volumen determinado en función del momento de la siembra y el momento de secado. A su vez, eso definirá qué tipo de especie poder ubicar.

Frente a las precipitaciones y aumentos en el cauce de ríos, hay sistemas que están teniendo complicaciones con las napas que llegan a la superficie y generan una pérdida de transitabilidad. “Es importante incorporar especies de cobertura principalmente para generar biomasa, consumir agua (para que los nutrientes más móviles no se pierdan), y a su vez, poder transformar esa agua en nutrientes principales como carbono, nitrógeno, azufre, entre otros”.

Cuando además se presentan problemas de salinización o alcalinización, es importante tener presente a especies más tolerantes como cebada o triticales, las cuales generarían cobertura, consumirían agua, y disminuirían la concentración de sales, permitiendo que las lluvias de primavera recarguen el perfil con aguas de buena calidad. “De este modo se pueden obtener resultados interesantes en los cultivos principales”, dice el Ing. Álvarez.

Control de las malezas
Este especialista del INTA cuenta que los mejores controles de malezas fueron logrados en diferentes zonas asociados a las especies gramíneas. Éstas, en general, tienen una tasa de producción de biomasa alta. La más usada es el centeno que posee un alto nivel de competencia por su tasa de crecimiento y sombreo.
 Uno de los desafíos principales está en determinar cuáles son las malezas más limitantes. Si son provenientes de las camadas tempranas, de otoño, o son las camadas de primavera-verano. De esto dependerán las alternativas de control.

“En el caso de las malezas de otoño se recomiendan siembras aéreas para frenar el desarrollo de algunas plantas de rama negra, principalmente. En el caso de rama negra de primavera o de yuyo colorado, que son hoy el gran desafío a mitigar, estamos trabajando con momentos de secado. Los momentos de secado más tarde tienen un impacto mayor sobre la dinámica de este tipo de malezas”.

Impacto de las coberturas en la producción y en el cuidado del suelo
“Los grandes desafíos para las coberturas, en general, están dados en el apoyo que pueden hacer en algunos sistemas de producción. No sólo mirando la contribución que hacen en la agricultura y ganadería, sino también mirando el impacto que tienen sobre las propiedades físicas y fisicoquímicas y biológicas de los suelos. Además de mitigar también la aparición de malezas.

 Debemos conocer el potencial que tiene esta práctica dentro de los sistemas de producción, a partir de mejoras que pueden cuantificarse a través del ingreso económico y/o través de la reducción del costo. Pero hay algunas variables que no se pueden medir económicamente, como por ejemplo la porosidad de los suelos. Al mejorar la porosidad un 10%, es muy difícil darle un valor cuantitativo sobre el ingreso de los sistemas de producción. Pero sí es importante saber que ese impacto en el tiempo puede mejorar algunas variables indicadoras de agrosistemas, mejorando la sustentabilidad de los mismos, haciéndola menos endeble frente a cambios climáticos importantes como la falta o los excesos de precipitaciones, los aumentos de temperatura, entre otros.
Mejorar la captura de agua, ser más eficiente en el uso del agua, reducir la temperatura de los suelos, secuestrar carbono de la atmósfera, son todos procesos que tienden a mitigar ese efecto de cambio climático del que tanto se habla hoy y que seguramente empieza por el cuidado del suelo”, concluye el Ing. Álvarez.

Informe elaborado para el Consejo Regional de Conservación de Suelos (CRCS) Río Cuarto

Facebook
Twitter
LinkedIn
WhatsApp
Email
Print
Scroll al inicio

Suscribite

Recibí en tu correo nuestro newsletter semanal de noticias.

Verificado por MonsterInsights