Desde el Instituto de Clima y Agua del INTA brindan información estratégica para la toma de decisiones.
Comienza un periodo clave en la campaña agropecuaria 2022/23: por un lado, la reciente finalización de la siembra de los cultivos de fina, con un panorama crítico en cuanto a disponibilidad hídrica, particularmente en regiones del oeste y norte de la región triguera. Por otro, un próximo inicio de siembra de los cultivos de verano, donde las decisiones estarán condicionadas por diversos factores, como es común en todo inicio de campaña.
En ambos casos, desde el Instituto de Clima y Agua del INTA ponen el foco en la información sobre cómo continuarán las condiciones climáticas durante los próximos meses para estimar cómo transitarán los momentos críticos el trigo y la cebada, por ejemplo, o para evaluar cómo podría ser el inicio de la próxima campaña.
“Cuando hablamos sobre las perspectivas climáticas, el primer fenómeno al cual hacemos referencia es El Niño-Oscilación del Sur (ENSO, su sigla en inglés) forzante climático-atmosférico que tiene principal influencia sobre la variabilidad de las precipitaciones y temperaturas en el sur de Sudamérica, dos variables claves en la siembra y desarrollo de los cultivos”, explicó Natalia Gattinoni, meteoróloga del Instituto de Clima y Agua del INTA.
En ese sentido, indicó: “Desde fines del invierno del 2020 se han instalados condiciones frías en el Océano Pacifico Ecuatorial asociadas a la fase La Niña del fenómeno”. Esta situación se vio acompañada por “un periodo de debilitamiento y una transición a una corta fase neutral hacia mitad del 2021 para volver a intensificarse durante finales del invierno pasado, prolongándose hasta la actualidad, también con periodos de menor intensidad, pero siempre manteniendo las aguas frías en esta región del océano”, subrayó Gattinoni.
De acuerdo con la especialista, “en todos estos meses la atmósfera no ha dejado de responder a este enfriamiento y esto lo vemos reflejado en los patrones de los vientos ecuatoriales y la nubosidad”. Además, agregó que “en las últimas semanas las aguas se han vuelto más frías”.
Según la última información disponible de modelos internacionales, tanto dinámicos como estadísticos, que simulan cómo evolucionarán las temperaturas de la región Niño 3.4 del océano, “se está transitando a una primavera y un fin de año con condiciones frías del Océano Pacífico Ecuatorial, con intensidad entre débil a moderada”. De esta manera, “la probabilidad de ocurrencia de La Niña es de un 70 a un 80 %, aproximadamente el doble de la probabilidad calculada, según los datos históricos o sea la climatología”, afirmó Gattinoni.
La situación en primavera
Si se observa el comportamiento de estas variables meteorológicas durante todos los años La Niña que se tiene registro, “es más probable durante la primavera e inicio del verano la ocurrencia de lluvias inferiores a las normales sobre el este y norte argentino acompañado de temperaturas medias entre normales a más frías”, expresó Gattinoni.
Siguiendo a la especialista del Instituto de Clima y Agua, no es solo este fenómeno el que se debe prestar atención en esta época del año. “El Dipolo del Océano Indico, un forzante similar al ENSO pero de escala subestacional – varía entre meses a diferencia del ENSO y puede ser negativo o positivo-. Este fenómeno actualmente se encuentra en valores negativos y persiste en estos valores desde mediados de junio y los modelos prevén que se mantenga en valores negativos probablemente hasta noviembre.
Gattinoni especificó que “Un Dipolo negativo está relacionado con la probabilidad de que las lluvias sobre el este del país se encuentren por debajo de los valores normales para la primavera”. De esta manera, “la presencia de un Dipolo negativo dentro de un contexto La Niña, representa un panorama complejo”.
A nivel nacional, la última actualización al 29/7 del pronóstico trimestral por consenso elaborado por el Servicio Meteorológico Nacional (SMN) y otras instituciones nacionales, prevé para el trimestre agosto-octubre lluvias con mayor probabilidad de encontrarse en el rango normal sobre el centro y norte argentino, lluvias con altas chances de ser deficitarias sobre Entre Ríos, Buenos Aires, La Pampa, Mendoza y oeste de Patagonia.
Un balance de agosto
De acuerdo con el informe del Instituto de Clima y Agua los eventos más destacados de lluvias se registraron sobre Misiones, Corrientes y Entre Ríos con acumulados superiores a los 50 milímetros, también en el noroeste de la Patagonia, acompañados en algunos casos de nevadas intensas.
En áreas de la región pampeana las lluvias fueron más escasas o acordes al mes, con algunas áreas puntuales en Buenos Aires que registraron más de 20 mm y lluvias en Córdoba que se encontraron dentro de los valores normales y trajeron un alivio temporario en las condiciones hídricas de los suelos, luego de transitar más de 80 días sin lluvias. En el norte de Santa Fe, también se recibieron lluvias algo superiores a las normales.
Con respecto a las condiciones hídricas de los suelos, las estimaciones realizadas desde el instituto muestran un contenido hídrico hasta un metro de profundidad en disminución sobre gran parte de la región Pampeana exceptuando áreas del centro y sudeste de Buenos Aires que al recibir precipitaciones en este último periodo experimentaron un aumento en el agua en el suelo beneficiando el desarrollo de los trigos en dicha región.
Sumando a esta información, las estimaciones realizadas por el modelo BHOA (SMN-FAUBA) se observa al día 22/8, condiciones adecuadas en la capa arable sobre sobre centro y sudeste de buenos aires y condiciones regulares con un porcentaje de agua disponible inferior al 30 % del máximo disponible, según los suelos sobre el resto de la región pampeana, norte argentino (exceptuando Misiones) y Cuyo.