La batata es un cultivo cosmopolita que se adapta a diferentes regiones, suelos y climas. Es conocida por ser fuente de alimento para las personas, que consumimos su nutritiva raíz. Sin embargo, se puede aprovechar tanto la raíz como el follaje en fresco. Los tallos, hojas y raíces de las batatas son frecuentemente utilizados para la alimentación de ganado también. Además, se utiliza como materia prima para la industria. Es común en Argentina la elaboración de dulces y de batatas en almíbar. Y, como si fuera poco, es considerada como un producto básico en algunos proyectos internacionales para la generación de energía no convencional.
Su exportación es incipiente, y representa una enorme oportunidad para toda la cadena, dado que el comercio internacional de ese producto viene creciendo sostenidamente desde hace más de 10 años. Hoy en día, existe una tendencia creciente al consumo de alimentos saludables. El consumo de batata es considerado como un medio para mejorar los ingresos y la seguridad alimentaria en los segmentos más pobres de la población, tanto rural como urbana. Esto se debe a que es una fuente económica de hidratos de carbono (25-30 %) y un alimento saludable debido a varios de sus componentes. Existen diferentes colores de pulpa, las cuales difieren en su composición química. Las de color púrpura poseen mayor contenido de fenoles y antocianinas, las amarillas y anaranjadas son más ricas en carotenos. Por tal motivo se consideran alimentos funcionales.
La batata es una planta perenne, es decir, su ciclo de vida dura más de dos años, pero es cultivada como anual. Por lo general es de hábito rastrero, con tallos que se extienden horizontalmente sobre el suelo desarrollando un follaje relativamente bajo. Presenta una raíz gemífera, porque a partir de ella pueden crecer nuevos tallos. Es una planta tropical, es sensible a heladas y prospera en días largos y cálidos. Su período de plantación se extiende desde septiembre a marzo en el hemisferio sur.
Se trata de un cultivo con importantes propiedades agronómicas. Cuenta con una gran rusticidad y se adapta a terrenos marginales. Es una especie que se cultiva en espacios reducidos, su un sistema de propagación es sencillo y tiene alta productividad por día. Se adapta perfectamente a rotaciones con otros cultivos y tiene un mínimo requerimiento de productos fitosanitarios.
La batata, después de la papa y la mandioca, es el tercer cultivo más importante de propagación vegetativa en el mundo. El 70% de la superficie cultivada, se concentra en China, Nigeria, Tanzania, Uganda y Malawi. Brasil, Argentina, Perú, Uruguay y Paraguay son los principales países productores de Sudamérica. En Argentina el área plantada de batata representa solo el 0.3% de la superficie y de la producción mundial.
La región pampeana, compuestas por las provincias de Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe, y el NEA, integrada por las provincias de Entre Ríos, Corrientes, Formosa y Chaco, juntas tienen el 83 % de la superficie nacional plantada. En estas regiones, la batata es un cultivo muy importante para las huertas familiares en muchas comunidades donde es cultivada para autoconsumo (Di Feo, 2015).
A pesar de ser un cultivo versátil, en el país, la superficie plantada y el consumo en fresco disminuyeron exponencialmente. Una de las causas fue la incidencia de enfermedades virósicas, que producen grandes daños y llevan a la reducción del rendimiento y la calidad del cultivo, y a la degeneración de las variedades. Al ser una especie de multiplicación vegetativa (guías, plantines, raíces) el material de propagación infestado con virus se traslada de un lote a otro e incluso de una región a otra, a través de productores y/o insectos vectores.
Las virosis son el principal problema sanitario del cultivo de batata. Actualmente se ha logrado identificar los virus, sanear el material vegetal de propagación con la obtención de plantas madre y multiplicar a escala. Esto permite abastecer a productores con materiales libres de virus de las distintas variedades distribuidas en las regiones productoras.
Sin embargo, a partir de que el cultivo se implanta en el campo, queda nuevamente expuesto al ataque de insectos que pueden infectarlo de enfermedades virósicas. Por lo tanto, es importante realizar un monitoreo permanente de los lotes de batata y cultivos aledaños si los hubiera. En el monitoreo es importante identificar también controladores biológicos que ayuden a mantener bajos umbrales de la plaga. Además, si los umbrales de daño indican necesidad de acción, se puede realizar un control fitosanitario de vectores.
Para que este cultivo cosmopolita y versátil, recupere su calidad, es necesario que los productores inicien los cultivos a partir de material saneado. También se debe contar con la asistencia técnica correspondiente para el manejo de esta problemática sanitaria. Es importante: monitorear los lotes comerciales, identificar plantas con síntomas de virosis y la presencia de insectos vectores.
Por Mariela Pletsch, coordinadora Región NEA de Casafe