Bases para el manejo del cultivo de maíz: El manejo de la distancia entre hileras

Una menor distancia entre las hileras de siembra en maíz permite una mayor equidistancia en la distribución de las plantas y posibilita cubrir mejor el suelo y capturar más luz desde etapas tempranas del cultivo incrementando la producción de biomasa.

En densidades bajas, la reducción de la distancia entre hileras contribuye también a asegurar una mayor cobertura durante la floración. Al reducirse la superposición de hojas sobre el surco, el área foliar mejora su eficiencia de cobertura y se reduce la cantidad necesaria para máxima intercepción de luz (Flénet y col., 1996; Maddonni y col., 2001b).
Sin embargo, en la mayoría de los casos de cultivos de maíz bien manejados y con las densidades correctas se alcanzan las coberturas necesarias para máxima intercepción de luz antes del inicio del período crítico de la floración, independientemente del espaciamiento entre las hileras. Entonces, las ventajas de reducir la distancia entre hileras en maíz por debajo de 70 cm resultan generalmente de reducida magnitud o inconsistentes desde el punto de vista del rendimiento, aunque pueden justificarse en cuanto al uso de maquinaria de características comúnes para varios cultivos El aumento de rendimiento en respuesta a la disminución en la distancia entre hileras en maíz por debajo de 70-75 cm ha sido inferior al 10% (Porter y col., 1997; Westgate y col., 1997; Cirilo, 2000).

La respuesta del rendimiento a la reducción de la distancia entre hileras dependerá de la mejora en la cobertura que alcance el cultivo en ese momento crítico para la determinación del rendimiento. Si el cultivo sembrado en entresurcos anchos no logra la plena captura de la luz incidente en floración (tal el caso de plantas pequeñas o de follaje erecto, plantas de escasa foliosidad o defoliadas o pocas plantas por unidad de superficie, con índice de área foliar menor al crítico) el rendimiento mejorará al acercar las hileras debido al mayor crecimiento resultante durante esa etapa crítica (Andrade et al., 2002b). La respuesta será mayor cuanto menor sea la intercepción de luz en floración que se logre en el cultivo con entresurcos anchos y cuanto mayor sea el incremento porcentual en esa intercepción resultante de la siembra en entresurcos más angostos. Entonces, cuando ocurren limitaciones para la normal instalación del canopeo por sequías tempranas transitorias, defoliaciones (Andrade y col., 2002b) o limitaciones nitrogenadas (Barbieri y col., 2000), la siembra en entresurcos angostos puede ser aconsejable ya que en esos casos se pueden esperar respuestas favorables. Los cultivos de maíz de segunda, especialmente en siembras muy demoradas que exigen reducir la cantidad de plantas en el cultivo (Cirilo, 2001a), también pueden responder favorablemente a un acortamiento de la distancia entre hileras. 

La planta de maíz puede modificar su arquitectura en función del arreglo espacial del planteo (Maddonni y col., 2001ab). Desde etapas muy tempranas del ciclo, el crecimiento de las hojas y su disposición azimutal (angulación horizontal) son modificadas por el ambiente lumínico que exploran, reorientándose hacia espacios con menor competencia (Maddonni y col., 2002). Existen diferencias genotípicas en esa capacidad de reorientación foliar que permite agrupar los genotipos de maíz en plásticos o rígidos en función de su mayor o menor respuesta a la calidad de luz que reciben. Este comportamiento diferencial contribuye a explicar las distintas respuestas al estrechamiento de entresurcos en cuanto a cobertura y rendimiento para densidades y foliosidad de planta semejantes, siendo en genotipos rígidos donde se pueden esperar las mayores respuestas (Maddonni y col., 2001).
En planteos densos no se esperan ventajas en captura de radiación en floración por el acortamiento de la distancia entre hileras dado que el tamaño del canopeo se encuentra por encima del índice de área foliar crítico necesario para maximizar la eficiencia de intercepción, excepto en genotipos muy precoces de pocas hojas y muy erectos. Sin embargo, en cultivos densos sembrados en entresurcos angostos los estratos inferiores del canopeo reciben en la etapa postfloración menores valores de irradiancia y de calidad de luz (baja relación rojo/rojo lejano) que en entresurcos más anchos. Esta condición deprime la actividad fotosintética y la eficiencia de conversión de radiación del canopeo, lo que provoca reducciones en el peso final de los granos por limitaciones en la fuente de asimilados (Maddonni y col., 2006). 

En condiciones de cultivo de secano, la tasa de evaporación del suelo se reduce cuando la superficie del mismo se seca al instalarse un período de sequía, ya que el aire que llena los poros interrumpe la conductividad del agua en el sistema suelo-atmósfera. En esta situación, el acortamiento de la distancia entre hileras reduce la proporción de suelo descubierto e incrementa el consumo de agua por transpiración del cultivo, dado que el follaje ofrece menos resistencia a la pérdida de agua que el suelo seco en superficie. Este fenómeno puede intensificar los efectos negativos de una sequía progresiva sobre la floración dado que el cultivo consume más agua del suelo en etapas tempranas, limitando la reserva hídrica disponible para aquel momento crítico. En tales escenarios, los cultivos sembrados en entresurcos angostos presentarán mayores mermas de rendimiento si la sequía no es revertida oportunamente por lluvias (Cirilo, 2001b). 

Ing. Agr. MSc. PhD. GUILLERMO H. EYHÉRABIDE – INTA Pergamino – Forratec S.A. 

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