La Inteligencia Artificial (IA) está presente cada vez más en nuestras vidas, y el campo no se queda atrás. A modo de adelanto de lo que traerá el Congreso Aapresid, “C, elemento de vida”, que se realizará del 9 al 11 de agosto en el Salón Metropolitano de Rosario, el asesor de Agroestudio Viento Sur y socio Aapresid Esteban Bilbao, comentó los beneficios de las tecnologías basadas en IA y cómo están revolucionando el control de malezas.
¿En qué consisten los nuevos dispositivos de IA para el manejo de malezas?
Anteriormente se trabajaba con sensores de verde, “cuyo uso quedaba limitado a quedaba limitado a barbecho y dentro de los cultivos a casos muy puntuales, con malezas de gran desarrollo o muy densas y cultivos muy pequeños”, rememora Bilbao, quien moderará en el Congreso Aapresid un panel sobre este tema junto al destacado especialista Guy Coleman (Universidad de Sydney).
Por el contrario, “estas nuevas tecnologías, en base a cámaras y al desarrollo de IA, permiten diferenciar malezas de cultivos y realizar aplicaciones dirigidas en distintos escenarios productivos, incluso dentro del cultivo”.
Aunque la tecnología aún no identifica malezas específicas, diferencia lo que es cultivo de lo que no lo es. Y eso ya es un gran avance, que en Argentina ya está disponible para maíz, soja y maní, y con enorme potencial en otros cultivos.
Yendo al detalle de su funcionamiento, Bilbao explica que estos dispositivos se instalan en los botalones y van censando lo que hay en el terreno. Simultáneamente, gracias a la tecnología de programación, la IA va “aprendiendo” a tomar la decisión en tiempo real de abrir o no los picos de los pulverizadores. De esta manera, pasan de aplicar en todo el lote a activarse sólo donde se detecta la maleza.
Ventajas económicas
Aunque todavía falta sumar más experiencia para poder ponerle valor según zona, cultivo y maleza, “hablamos de ahorros hasta el 70% de los costos. Algo así como entre 30 a 35 u$s/ha/año”.
“En segundo lugar, contar con estos ahorros, nos facilita el acceso a otras moléculas de mayores costos. Esto permite rotar modos de acción y abrir más el abanico de herramientas, a la vez que se enlentece el avance de las resistencias”.
Ventajas ambientales y más
Además, con la reducción en el uso de herbicidas se gana competitividad en lo que hace a sustentabilidad, al reducir el impacto ambiental y la huella de Carbono. “Usando el índice EIQ -que permite evaluar el impacto de una aplicación de fitosanitarios-, las proporciones medidas son similares a las del ahorro de costos”, detalla Bilbao.
“Por otra parte, si usamos herbicidas que tienen algún riesgo de carry over, al aplicar sólo en una pequeña parte de la superficie, este riesgo disminuye notablemente. De igual manera, se minimiza el apilamiento y la persistencia de los herbicidas en los suelos”.
Desafíos y un gran potencial por delante
Sin embargo, según el especialista, los puntos flojos en los que todavía falta optimizar esta tecnología es en canopeos muy cerrados, barbechos muy cortos, o frente a malezas inferiores a 3 cm.
Para esto último, existen tecnologías “intermedias” para trabajar en modo dual, que aplican una dosis mínima en cobertura total más una dosis mayor cuando detecta las malezas grandes.
En la medida en la que uno pueda ir incorporando estas tecnologías a sus sistemas, estas van a ir logrando achicar brechas de rendimiento e impactos en el ambiente. “Lograr el mismo nivel de producción con un menor uso de insumos, es un ganar-ganar”.