Un reciente reporte elaborado por la Bolsa de Comercio de Rosario señala las grandes diferencias de rendimientos que se han producido entre Argentina y Brasil durante los últimos 20 años a la hora de producir soja.
Tomando los datos estadísticos de producción para Argentina, se evidencia que desde la campaña 2000/01 a la 2002/03, la producción promedio fue de 2,71 toneladas por hectárea o 27,1 quintales por hectárea. Y si avanzamos 20 años en el tiempo y tomamos el rinde promedio de las campañas 2018/19 – 2022/23, obtenemos prácticamente el mismo número: 2,71 toneladas de soja por hectárea.
En el mismo período, Brasil, obtuvo un rinde de 2,77 tn/ha a los inicios del siglo pasado. Sin embargo, nos encontraremos con que en las últimas dos décadas el rendimiento de la oleaginosa pasó a ser de 3,43 toneladas por hectárea en sus últimas campañas.
Es así que, mientras los rendimientos promedios de soja en Brasil crecieron 24% en los últimos 20 años, los de Argentina se han mantenido relativamente estancados. Más aún, podría destacarse que los datos de este análisis consideran la excepcional cosecha 2022/23, que fue un desastre productivo para la Argentina y la mejor cosecha de la historia del Brasil. No obstante, si excluyéramos dicha campaña, el rendimiento promedio argentino pasaría a 2,95 tn/ha, lo que nos daría una brecha aún relevante respecto de los rindes del Brasil.
El reporte señala además que si esta brecha de productividad entre Argentina y Brasil se cerrara, nuestro país podría producir más de 7 millones de toneladas adicionales de soja. Valuado a los precios FOB actuales, representaría cerca de US$ 3.054 millones.
Cabe señalar, sin embargo, que el análisis está considerando promedios de rinde para el total producido en cada país. Si consideramos las dos zonas más productivas en ambos países, la zona núcleo argentina y el Mato Grosso del Brasil, las brechas de rendimiento son mucho más recortadas, y hasta similares.
Las causas del diferencial
El uso de semillas y la aplicación de tecnología a través de múltiples desarrollos es uno de los elementos claves a la hora de analizar estructuralmente la productividad de la agroindustria. Trabajos científicos muestran que se mantuvo una cierta ganancia genética en el país pero de menor valor que en el Brasil, que además tuvo un “salto genético” con cambios promovidos por empresas argentinas, de acuerdo con información provista por ACSOJA.
En este sentido, el mayor ingreso disponible de los productores brasileros les ha permitido amplificar sus inversiones en tecnología en niveles superiores a las cadenas de valor argentinas.
Es así que Brasil triplica a Argentina en programas de mejoramiento genético de soja. No conforme con ello, con más inversión promedio por programa, Brasil nos duplica en eventos biotecnológicos.
Ausencia de derechos de exportación y brecha cambiaria
No obstante, la persistencia de los derechos de exportación y las mejoras potenciales no aplicadas en lo que hace al reconocimiento de propiedad intelectual vienen limitando este crecimiento productivo argentino. En este contexto, la producción de semilla fiscalizada en los tres principales cultivos de la Argentina viene mostrando una tendencia descendente, aún a pesar de sus picos en 2011 y 2019.
Este tipo de tributos han generado un marcado apoyo neto negativo para el campo argentino, a contramano de lo sucedido en Brasil. Como fuera oportunamente destacado, en los últimos 20 años Argentina detrajo casi US$ 200.000 millones del campo, mientras Brasil le aportó más de US$ 190.000 millones.
Diferencias climáticas
Finalmente, por múltiples factores geográficos y climáticos, el Mato Grosso dispone un régimen de lluvias más generoso respecto a la región núcleo argentina.
Es evidente que los fenómenos climáticos afectan a ambas regiones productivas notablemente. Sin embargo, vale la pena destacar que la dinámica climática en la principal zona productiva argentina ha sido mucho más adversa que en dicha zona del Brasil, lo cual también colabora en explicar la brecha de rindes entre ambos países.